COMENTARIO.-
Desde mi ventana hasta el centro de Madrid.-
Desde mi ventana he visto el día. El cielo estaba nublado pero valía la pena salir a la calle.
El centro de Madrid hoy estaba inicialmente tranquilo. El
día inestable y el cambio de hora han contribuido a que las calles estuviesen
más tranquilas durante la mañana.
Avanzadas las horas, el ambiente ha ido cambiando. Han aparecido los
Mimos Congelados, (como los llamo yo), representando personajes de todo tipo,
los grupos musicales, los predicadores, los portantes de pancartas, los compradores de oro, los loterios y prestamistas, algunos
grupos de protesta, los mendigos en masa y sobre todo, los turistas, muchos turistas;
entre ellos, cada vez hay más Chinos. El mundo asiático está más presente,
mientras que los otros, los inmigrantes, se mantienen en una aparente estabilidad, a pesar
de su huida de la crisis. Los grupos de negros, con inmensas bolsas, correteaban
por las calles, escapaban de la policía y colocaban sobre el suelo sus bolsos, cds, gafas y relojes
a la primera oportunidad, ofertaban sus productos prestados e imitados al
mejor postor. Venden lo que pueden, empezando por ellos mismos, que tras la
aventura africana, cualquier visión benevolente, por pequeña que sea, debe
resultarles mejor que la miseria de sus países de origen.
Una de las cosas llamativas del centro de Madrid son los
carteles que anuncian bares, cafés, espectáculos, hidromasajes, comidas
especiales, cursos de relajamiento, psicoanalistas. Según la zona, priman unos
anuncios u otros. Son carteles muy curiosos. Descubres sabios orientales,
teatrillos, médicos naturistas, música africana, humoristas, encuentros
literarios, concursos de fotografía, talleres de dibujo. Hay casi de todo.
En las proximidades de la calle Santa Isabel, hay algunas
librerías que ofrecen café, tiendas de té, restaurantes adornados con muebles
antiguos, aparatos de radio viejos, máquinas de escribir del siglo pasado,
relojes de madera desvencijados; según
te acercas hacía la Puerta del Sol, desde allí, hay Tablaos Flamencos y cientos
de bares de aperitivos, vinaterías, cervecerías irlandesas y diversos hoteles
de nueva implantación, que han recuperado los edificios, dándoles un aspecto
posmodernista o vanguardista.
Con ésta descripción deseo reflejar lo que veo todos los
días. Muchas veces transitas estas calles y no le das importancia a lo que ves.
Hay que reconocer su diversidad, tanto en lo que se refiere a las actividades,
negocios, razas y comportamientos. Algo que parece muy natural, incluso
ordinario, en realidad no lo es.
La riqueza que te proporciona un paseo de estos, por el
Centro de Madrid, es excepcional; a veces, es increíble ver lo que ves, pero
debes fijarte, intentar entenderlo, sentirte no solo un observador, (que ya es
importante), sino formar parte del ambiente, ser un elemento más de su
estructura, de esa cultura única y diversa que tiene mucho de locura.
Al mismo tiempo, se conjuga en ese medio la riqueza y la
pobreza, la convivencia y las diferencias. En ocasiones, tengo la sensación de
que de un momento a otro, algo va a explotar y en otras, que todo se encuentra
perfectamente coordinado, unido, que es inseparable.
Ésta sociedad inverosímil, es inmensamente tolerante, a
pesar de su agresividad diaria y descarnada.Me sigo sorprendiendo aún. Es sorprendente que esto ocurra.