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viernes, 26 de enero de 2018

ENTREVISTA EN BUSCA DE LA FELICIAS PROGRAMA SE BUSCAN LOCOS POR LA CORDURA

ENTREVISTA EN BUSCA DE LA FELICIAS PROGRAMA SE BUSCAN LOCOS POR LA CORDURA https://youtu.be/1IZwaNrb5WI

LA GUERRA DE SIRIA Y EL IMPACTO DE LA INMIGRACIÓN.-

LA GUERRA DE SIRIA Y EL IMPACTO DE LA INMIGRACIÓN.- Alcanzado éste momento histórico, debemos de comentar también con más detalle el conflicto bélico en Siria, ya que además de estar provocando un número de muertes muy elevado, se ha convertido en un acontecimiento global que está modificando los valores en Occidente y de modo muy especial en Europa. Analizando el origen del conflicto, los especialistas señalan que éste ha tenido como base la corrupción, la política, la pobreza, la violación de derechos humanos y la desigualdad. La investigadora y responsable de Incidencia Política de Acción Humanitaria, en la organización Oxfam Intermón, Paula San Pedro, comentaba en el año 2017, que el conflicto sirio ya ha provocado 220.000 muertos, 11 millones de desplazados, 3,9 millones de refugiados y 12,2 millones de personas que dependen de la ayuda humanitaria para vivir y que tiene sus orígenes en las causas antes indicadas. Destaca que -de hecho esta crisis se inició con las primaveras árabes en 2011. Movimientos sociales, grupos espontáneos de personas, organizaciones que empezaron a movilizarse y reclamar sus derechos que consideraban menoscabados. Unos “muchos” que pedían a unos “pocos” un sistema más igualitario. Lejos de conseguir su fin, estas primeras demandas de justicia prendieron mella cuando fueron acalladas violentamente por el gobierno sirio-. No cabe duda de que la Guerra de Siria puede ser clasificada como una de las mayores catástrofes que se han producido y que se están produciendo en el mundo en el tiempo reciente. Paula San Pedro, al comentar el desarrollo de la guerra en Siria añade: “Pero la injusticia y la desigualdad, que fueron las semillas de este conflicto, no han dejado de estar presentes hasta hoy. Mientras que las distintas partes beligerantes se arman, combaten y bombardean, la población civil vive atemorizada y trata de sobrevivir. Los niños de cuatro años sólo conocen la guerra, 1,6 millones ya no pueden ir al colegio y sólo en el primer semestre de 2014 se cometieron 1.200 violaciones graves contra menores. Las mujeres no pueden dar a luz en hospitales porque las infraestructuras sanitarias han sido atacadas o porque directamente el personal ha sido asesinado. La gente no puede ganarse la vida porque no hay empleos a los que acudir, las tiendas se han cerrado y los mercados se han desmantelado. La única opción para resistir en este drama humano es tratar de buscar protección y alimento. Pero incluso estos requisitos mínimos son difíciles de conseguir. En 2015 se baten records. Ya son 4,8 millones de personas las que tienen un acceso muy limitado a la ayuda humanitaria y 220.000 personas las que viven sitiadas”. Es impresionante. Hay una cuestión importante que añadir, fruto de la desvergüenza y de la hipocresía ante un caso tan terrible. Nos referimos al comportamiento occidental. Efectivamente, como ejemplo, podemos indicar que, mientras el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha venido aprobando resoluciones para mejorar el acceso humanitario a la población afectada por la guerra, los países representados en dicho Consejo de Seguridad son los que envían armas a las distintas partes en conflicto, de tal manera que el 90% de dichas armas, son por tanto manufacturadas por los miembros del mismo, especialmente por Rusia y Estados Unidos de América. Se trata de un gran negocio. El 15 de marzo de 2016, la redacción de la BBC ya decía que eran 250.000 los sirios que habían muerto en la guerra, pudiéndose apreciar su incremento en poco tiempo. El enfrentamiento se describía de la siguiente manera: “A lo largo de los últimos cinco años, más de 250.000 sirios han perdido la vida en el conflicto entre el presidente Bashar al Asad y las fuerzas opositoras. La cruenta guerra ha destruido barrios enteros y más de 11 millones de personas están desplazadas”. Es evidente que la guerra en la actualidad ya tiene una dimensión internacional. Por una parte, Rusia realiza bombardeos y por otra, la coalición que se ha formado por los Estados Unidos de América contra el Estado Islámico, hace lo mismo. Entre tanto, la ONU intenta favorecer que se mantenga el diálogo entre Al Asad y las fuerzas de la oposición, con el fin de poder alcanzar un acuerdo para solucionar el conflicto. Tal y como hemos señalado, el origen de esta situación se encuentra en las protestas que hubo en el mes de marzo del año 2011 en la ciudad de Deraa, por las que tras el arresto y la tortura de unos jóvenes, el levantamiento se incrementó. El comportamiento de Al Asad tuvo mucho que desear y lo sigue teniendo, a pesar de ello, mantiene el apoyo internacional. Las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los manifestantes y mataron a varios de ellos; las protestas aumentaron en ese momento a nivel nacional y el gobierno utilizó a los militares para intentar arrasar a la disidencia, lo que sirvió para tensionar aún más las cosas. En el mes de julio de ese año, ya eran cientos de miles de personas que se movilizaban por las calles de diversas ciudades del país. Ante la violenta reacción gubernamental, la oposición acabó tomando las armas. En un principio, dicha reacción fue para defenderse y después para conseguir la expulsión de las fuerzas estatales de seguridad. Durante los años 2012 y 2013, el conflicto ha ido incrementando su agresividad. Así en el año 2012, los enfrentamientos llegaron a la misma capital de Damasco y también a la ciudad de Alepo. En el mes de julio de 2013, desde las Naciones Unidas, ya se hablaba de 90.000 muertos y en el año 2014, se incrementó hasta 191.000. A finales del año 2017 la cifra de muertos rondaba los 250.000. En el tiempo transcurrido, la guerra ha pasado a tener un aspecto diferente, de tal manera que, ahora se enfrentan la mayoría sunita contra el sector chiita que apoya al presidente Al Asad; ha adquirido un tono medievalista y sectario, interviniendo en ella los países colindantes y, como se ha dicho, las potencias internacionales. A ello hay que añadir, que la participación de los grupos yihadistas, formados por miembros del autodenominado Estado Islámico, ha cambiado y por tanto internacionalizado aún más la confrontación. En ésta guerra, la ONU ha insistido en varias ocasiones en la vulneración permanente de los derechos humanos por ambos bandos y en el problema de que los civiles se han convertido en blancos de las batallas. Una vez más, la intervención de la ONU no ha tenido éxito y lejos de plantearse soluciones, la gravedad de los crímenes de guerra se mantiene y tanto Rusia como Estados Unidos de América, siguen participando haciendo caso omiso a todo ello. Se ha comprobado que por parte del gobierno de Al Asad, se ha hecho uso de armas químicas, el gas mostaza y el sarín, como en el caso ocurrido en el mes de agosto del año 2013, en el que cohetes cargados con gas sarín se dispararon en los suburbios de Damasco y murieron entre 300 y 1430 personas, según quien responda a la consulta. A pesar de ello, Al Asad sigue contando con el apoyo internacional. El Líbano, Jordania y Turquía, con motivo del desplazamiento de personas que huyen de Siria, han tenido que afrontar el problema migratorio más importante que se ha producido en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial, en el que más de 11 millones de ciudadanos sirios, la mayoría mujeres y niños, se han desplazado para intentar salvar la vida. Por los datos disponibles, unos 7,6 millones de personas han abandonado sus casas sin llegar a salir del país y 4,8 millones han sobrepasado las fronteras de Siria. La Unión Europea, lejos de tener en cuenta la experiencia vivida en la Segunda Guerra Mundial y en contra de los principios y valores que se han venido defendiendo tras los desastres del siglo XX, ante la llegada de miles de refugiados a Grecia e Italia, además de a España, de modo mediático, acordó aceptar en sus territorios un reducidos número de inmigrantes y alcanzó un acuerdo con Turquía para que sirviera de freno, con grandes aportaciones económicas, para que las personas huidas de la guerra permanecieran en campos de refugiados en dicho país y no siguieran trasladándose a Europa. Este hecho, es uno de los que se podrían calificar como menos solidarios en Occidente durante los dos últimos siglos. Estados Unidos de América y algunos países Latinoamericanos, también se comprometieron a admitir un reducido número de casos de asilo, pero la hipocresía de tales medidas, su mínima trascendencia práctica y su incumplimiento real, mantienen a millones de personas en una situación desesperada. Hemos hecho mención en varias ocasiones, al surgimiento del llamado Estado Islámico. Es importante destacar que, la evolución de la guerra ha provocado que muchos de los combatientes moderados hayan sido sobrepasados por los islamistas y yihadistas, caracterizados por la brutalidad de sus medios y ahora, combaten los rebeldes contra los yihadistas de Al Qaeda, afiliados a Nusra, que rechaza sus tácticas; también contra los kurdos y las fuerzas del gobierno. Los intentos internacionales para alcanzar la paz han sido infructuosos hasta ahora y lo que empezó como otro caso de la llamada Primavera Árabe contra un líder totalitario, se ha transformado en una guerra por el poder a la que se han añadido las distintas potencias de la región y del mundo. Rusia e Irán han apoyado al gobierno de Al Asad e incrementan paulatinamente su ayuda militar. La milicia islamista libanesa de Hezbolá y grupos yihadistas relacionados con Al Qaeda, también actúan en la guerra dando apoyo a las partes enfrentadas y contribuyendo al sectarismo. Los rebeldes de la oposición, principalmente sunitas, están teniendo el apoyo de Turquía, Arabia Saudita, Qatar y de otros estados árabes, así como de los Estados Unidos de América, de Francia y del gobierno Británico, pero la aparición de los islamistas más tradicionalistas y de los yihadistas de todas las partes del mundo, ha llevado a que el apoyo internacional y regional a la oposición contra Al Asad se haya reducido. Entre tanto, de modo contradictorio y extraoficial se dice que los yihadistas obtienen frecuentes apoyos económicos por parte de algunos sectores de Arabia Saudita, quien, como se ve, oficialmente mantiene una posición enfrentada contra los mismos, pero los intereses petrolíferos y de otro orden, parecen hacer que los países occidentales hagan oídos sordos a estos supuestos. La guerra continúa y aunque ha habido algún cese del fuego, (poco respetado), no existen al día de hoy esperanzas de que todo esto se acabe. Los movimientos migratorios, a la vez, están provocando el nacimiento en Europa y en el resto de Occidente de partidos de derechas populistas y racistas, por lo que la crisis migratoria a la que hemos hecho mención, sufre una tragedia añadida con tintes xenófobos, que esta cambiando el funcionamiento del mundo con carácter global. Tal y como comenta Giorgio Trucchi, corresponsal de la Rel-UITA, en Centroamérica y colaborador de Alba Sud, “Ya se agotaron las palabras para describir la tragedia de miles de familias que, a diario, desde el maltratado, conquistado, empobrecido y olvidado sur del mundo emprenden el arriesgado viaje de la esperanza hacia el norte”…”Una Unión Europea levanta vallas de alambre de púas, muros físicos y mentales, asistiendo inmóvil al resurgir desde sus entrañas de una derecha populista, racista y xenófoba, que hace de la migración una palanca para sacudir los miedos más recónditos de las poblaciones”. Entendemos que las palabras de Trucchi, son una definición clara y concisa de lo que pasa en Occidente y de la postura que se ha adoptado y se está adoptando de cara al futuro, lo que ofrece una sincera preocupación. Según los datos proporcionados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, (ACNUR), el 40% de los refugiados son menores de edad y el 25%, son mujeres, y todos ellos siguen intentando cruzar el Mar Mediterráneo hacia Grecia, Italia o España, para luego dirigirse hacia el norte de Europa. Tal y como recientemente informó Pietro Ruffolo, Coordinador para las políticas europeas de la Federación de Trabajadores de Agroindustria, FLAI: “Hay un éxodo masivo de personas que huyen de la guerra y la pobreza, y los países de la Unión Europea han sido incapaces de tomar decisiones y coordinar acciones conjuntas, asegurando un justo equilibrio entre el deber moral de brindar hospitalidad y el deber político de garantizar la seguridad de los ciudadanos…Se levantan barreras y vallas como en las fronteras entre Hungría y Serbia, Turquía y Grecia, Macedonia, Bulgaria, Austria, España, Eslovenia y Marruecos. Y el Reino Unido está costeando la construcción de un muro en las afueras de Calais, en territorio francés, para que los migrantes no crucen el Eurotúnel, bajo el Canal de la Mancha. A estos comentarios hay que añadir la particularidad de que estos países se han limitado a admitir, como se ha dicho, un número reducido de refugiados, excluyendo a miles de personas que simplemente están huyendo de la pobreza buscando un futuro para sobrevivir. También Ruffolo, destaca la trascendencia que tiene la aparición y crecimiento de “La nueva derecha europea, (a la que hay que añadir la del presidente estadounidense Trump), profundamente xenófoba y racista, que juega con los miedos más arraigados de la población y alimenta un fuerte populismo anti-inmigrante”. El avance de la derecha populista se esta produciendo en Alemania, en Finlandia, en Dinamarca, en Suecia, en Noruega, en Austria y en Francia, entre otros países, dentro del seno de Europa, cuestión que debería de preocuparnos. Parece haberse olvidado por completo la historia que debería enseñarnos a prever transformaciones sociales peligrosas de cara a nuestro próximo futuro. Es destacable citar los comentarios realizados por Javier de Lucas, Profesor de Filosofía del Derecho y Filosofía Política, que trabaja desde el año 2004 en el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Valencia, respecto a lo que denomina la situación de guerra contra los inmigrantes de la Unión Europea. Dice que: “El objetivo principal es analizar, a la luz de las políticas migratorias y de asilo, el fracaso de la Unión Europea como proyecto político: el proyecto de un espacio común de libertad, seguridad y justicia, presidido por la noción de Derechos Humanos. De hecho, frente al deseo y al proyecto de trazar una política común, a lo que estamos asistiendo sobre todo en los últimos diez años es a una renacionalización de las políticas migratorias. El pretexto es que las migraciones tocan el ámbito de la soberanía de los estados, lo cual es cierto, pero se supone que la UE era un proyecto político que buscaba precisamente superar la lógica de acción propia de los Estados-nación. Respecto al grado de compromiso y a la carga de los países que soportan la inmigración, comenta que: El 85% de los refugiados sirios son acogidos por cuatro países limítrofes al conflicto: Líbano, Jordania, Irak y Turquía (esta última acoge a dos millones de personas). La situación de emergencia la viven estos países. La UE se ha propuesto acoger sólo a 160.000 personas”….”Si la UE es algo más que un proyecto de mercado para establecer beneficios comunes, si también es un proyecto político presidido por la noción de Estado de Derecho, hay que decir alto y claro que lo primero que ha naufragado en esta crisis son precisamente los derechos humanos, no ya sólo los derechos humanos de “los otros”, sino la cultura jurídica del respeto a los derechos humanos (y la arquitectura institucional que los garantiza)”. Para Javier de Lucas, en Europa, (siendo extensible al resto de Occidente), vivimos un permanente estado de excepción contra la inmigración. Quizás estos hechos, su trascendencia mundial y su repercusión en el debate moral y por tanto respecto a los valores occidentales, sean el mayor ejemplo de la que hoy se llama crisis de valores, que en su proceso de transformación se está viendo distorsionada a niveles de gran repercusión, afectando a pilares básicos que hasta la actualidad y desde la tan citada Segunda Guerra Mundial, habían representado la construcción de ideas y de convicciones que se consideraban fundamentales e incluso, nos atreveríamos a decir, inalienables; pero ésta transformación de la que hablamos, tiene un destino incierto, por lo que parece lógico, bajo un punto de vista intelectual, moral y ético, que provoque una posición profundamente crítica y muy especialmente, la adopción de actuaciones de defensa, que permitan en el tiempo que la autodestrucción no nos lleve de nuevo hacia el precipicio de la intolerancia y la injusticia, ya que sabemos bien, vistos los hechos vividos con el nazismo, por ejemplo, que el resultado nunca va a ser positivo y existen múltiples razones para que los tres conceptos que regulan el mundo en la actualidad, que son la economía, la globalización y la seguridad, no nos dominen hasta tal extremo, que los avances sociales alcanzados se pierdan en un retorno insoportable, poniendo en peligro las nuevas generaciones. Jesús Benítez.- Ensayo.- La Crisis de Valores de Occidente.