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viernes, 22 de noviembre de 2019

LA GARGANTA SANGRANTE

LA GARGANTA SANGRANTE Tengo la garganta sangrante, no hay quien aguante más los gritos. En los oídos solo escucho silencio y pitos, los de mis vísceras y escondrijos. El pulso galopa por mis venas, abriendo sendas, rompiendo con sangre mis ojos, que miran entre cristales sin ver apenas, con un dolor que agota mis antojos y deseos. Mi cuerpo se abre en dos partes, se rasga y descompone, siento en la lengua un hambre de asco y miseria del yo corrompido, que ha llegado y se ha ido, por un corto lapsus de tiempo, para colocarse conmigo en mi, en la oscuridad que ha venido. Mis dedos se retuercen como gusanos, las manos se deforman con el frío, no podré más coger todo aquello que es mío, las cosas, las personas, los animales sanos se irán, me dejaran en este rincón, junto a los juncos de los pantanos imaginados. Tengo la garganta sangrante, no lo soporto más y por eso, solo por eso, me despierto, he abierto la puerta de la verdad, que aunque me parezca temible, es posible. Lo que es en este día terrible, de sueños de angustias, no tiene sentido, pero la vida, las astucias, mi visión putrefacta del mundo. es solo eso, una visión, un nudo, una argucia de la imaginación, que no tiene espacio en mi habitación. ¡Márchate!, ¡Déjame! en mis silencios, así podré sonreir y vivir mi vida tranquilo, sin encontrarme en vilo, sin sentirme sucio en mi camino. No necesito un cuerpo corrompido, ni una visión putrefacta del mundo, solo, absolutamente solo, puedo vencer tu dañino y miserable hilo, que me llevaría hacía el abismo. Tengo la garanta sangrante, eres tú, tristeza, que no tienes ni belleza, ni espacio junto a mi, te desprecio, no te siento, porque simplemente no te deseo. ¡Vete! grite de nuevo y al final, Se fue... Jesús Benítez Benítez