Otra
entrevista con el loco más cuerdo del mundo.
Cuarta
visita.- 9 de Septiembre de 2014.
Durante
los días pasados he realizado muchas gestiones para intentar obtener más
información sobre el Sr. González. Entre todos los trámites que he realizado,
el más fructífero ha sido un encuentro que mantuve con el Jefe de Policía.
Gracias ello, he dispuesto de autorización para acceder a la vivienda de este
personaje tan peculiar. Después de la detención, cuando fue sorprendido
orinando sobre la mesa presidencial en el Palacio de la Moncloa, las
investigaciones policiales incluyeron en su actividad la localización y el
registro de su domicilio. Cuando mantuve la conversación con el Jefe de
Policía, me comentó que habían obtenido la orden judicial para llevar a cabo el
precinto de la vivienda y me invitó a acudir con ellos cuando realizasen la
diligencia.
Así fue.
Desde la Comisaría llegamos la dotación policial y yo en un Z hasta la calle
Serrano y paramos ante un bonito edificio próximo a la calle Goya. Ascendimos
hasta el tercer piso por un portal y unas escaleras de mármol muy bien
cuidadas. Previamente la policía interviniente hablo con el portero de la finca
y le enseño la orden judicial; como consecuencia, no sin cierto recelo, nos
acompañó hasta la puerta y tras abrirnos, penetramos en la vivienda. Creo que
esa nueva entrada, después del registro que se había hecho, no era del todo
oficial.
La casa era
enorme y luminosa. Estaba todo bastante desordenado después del registro. Lo
que más me llamó la atención fue la biblioteca, que ascendía desde el suelo hasta
el techo en tres de las cuatro paredes de una sala solo presidida por una mesa
clásica, un gran sillón de cuero muy viejo y una lámpara de araña de cristal.
Examine
los libros y encontré varias publicaciones del Sr. González escritas en
distintos idiomas; había relatos, poesías, ensayos, incluso algunas novelas. También
artículos en revistas. Ninguna de ellas me era conocida. En un descuido me
apropié de uno de los libros titulado Deseo, El Proyecto Eclipse, el cual he leído
después con profusión en dos días. Es una novela que navega entre la realidad y
la ficción, cuya temática se mueve en la crisis económica actual. Es reflexiva,
consecuente en los planteamientos y básicamente optimista, quizá por esa razón
el Sr. González optase por titularla Deseo. En ella se aportan datos
significativos sobre las causas de la crisis. Su edición es reciente. A pesar de todo, como
digo, desconocía que el Sr. González publicase obras de este tipo y no es tampoco
conocido por ello. Había una profusión de obras literarias iberoamericanas. Por
ejemplo, de la novela de Julio Cortazar, titulada Rayuela, había ocho ediciones
distintas. También encontré otra obra significativa titulada Las Venas Abiertas
de América Latina, de Eduardo Galeano, de la que había cuatro ediciones. Eso
ocurría en varias obras de diferentes autores.
En una
habitación contigua a la biblioteca, era tal el número de recortes de periódicos,
folios con anotaciones y textos sobre temas diversos, que resultaba difícil caminar
por ella. Los montones se encontraban debidamente colocados por bloques. Cada
uno de ellos estaba referido a un asunto. Examinando su contenido comprobé que en
gran parte de aquella documentación se incorporaban datos estadísticos sobre
beneficios bancarios de Cajas de Ahorro y entidades financieras, resoluciones del FMI, del BCE y previsiones de
algunas Agencias de Calificación entre el año 2006 y el año 2013. También había
información sobre Empresas Farmacéuticas y armamentísticas. Cuando me
encontraba inmerso en dicho examen, uno de los policías me llamo la atención y
me hizo salir de allí. Desconozco lo que estuvo haciendo entre tanto la dotación
policial.
La última
vez que hablé con el Jefe de Policía le pregunte si había o no alguna previsión
sobre la puesta en libertad del Sr. González y simplemente me contesto que el
asunto se encontraba en manos del Juzgado. No se había llevado a cabo el
ingreso en prisión ante el mal estado psiquiátrico del detenido y el tiempo de su
permanencia en el centro donde estaba ingresado era indeterminado, ya que su situación,
al parecer, no aconsejaba su puesta en libertad. Esa decisión, me indicó, podía
generar alarma social y había razones para pensar que pudiese huir de España.
No
comprendí muy bien estas últimas palabras. Una persona tan afectada psicológicamente,
¿Podía en realidad preparar un plan de huida en tales condiciones?. No obtuve
respuesta. ¿Tenían tanta trascendencia los hechos que habían motivado su
detención?. Tampoco la obtuve.
Comento
esto para contextualizar las condiciones en las que tuve la siguiente entrevista
en el hospital psiquiátrico.
P. Buenos días. ¿Qué tal la semana?.
C. Bien. Tranquilo. Esto es como
un hotel de relax. Me paso el día paseando, leyendo, charlando y la comida no
está mal. El tiempo se me pasa rápido y eso es una buena señal. No recibo
visitas, por tanto, cuando usted viene es cuando me salgo de la rutina. Usted
no me agrada, la verdad, pero no estoy en condiciones de elegir. Ya que acepte
verle, le veo, sin más.
P. Vaya…¿Algún día podremos llegar
a ser amigos?.
C. No lo creo.
P. Entonces, por lo que dice…el
tiempo se le pasa rápido.
….
….
P. ¿No me contesta?.
C. ¿Para qué repite lo que ya le
he dicho?. Sí. Se me pasa rápido. ¿Qué tiene de importancia eso?. Se lo he
comentado por romper un poco el hielo. Nada más. No creo que tenga más
significado que el que tiene…Digo yo.
P. Perdone. Lo que le quería
preguntar es si ese hecho le incomoda.
C. No. Porqué me va a incomodar. El
tiempo pasa y ya está.
P. Bueno. Cuando el tiempo pasa rápido
suele ser porque uno esta entretenido. ¿No es así?. ¿Usted lo está?.
C. Parece mentira que yo esté
perdiendo ese tiempo del que hablamos con usted…
P. Lo que deseo es hablar sobre el
concepto tiempo.
C. Ya. Del concepto tiempo. No sé
de qué le va a servir mi opinión sobre eso, pero usted verá. El tiempo, el
tiempo. Hablaremos un poco del tiempo. ¿Qué es para usted el tiempo?.
…
C. No me conteste. No hace falta. El
escritor Julio Cortazar siempre estuvo preocupado, más bien interesado, por el
concepto tiempo. Este tema es muy recurrente en sus obras. También sobre el
concepto espacio. Escribió un relato muy interesante titulado El Perseguidor,
basado en la biografía de dos grandes saxos del Jazz, Johnny Hodges y Benny
Carter. En dicho relato, como en otros, incide una y otra vez en el concepto
tiempo….Usted se monta en una parada de metro, entra en un vagón, se cierran
las puertas. Su destino se encuentra solo a tres paradas. En ese momento, sin
darse casi cuenta, se pone a pensar, más bien a recordar, por ejemplo, un viaje
que ha realizado hace un año, recuerda todos los lugares que ha visitado, las
personas que ha conocido, todas las cosas que ha hecho. En unos pocos minutos
ha llegado a su parada, se abren las puertas y sale del vagón. Durante esos
breves minutos usted ha rememorado un viaje de varios días, con detalles
sorprendentes. Todo el tiempo que ha empleado en realizar el viaje y en vivir
las vivencias del mismo, lo ha rememorado en unos minutos. Mientras se
encontraba en el vagón es consciente de la realidad en la que se encuentra,
pero al mismo tiempo se ha encontrado en otra realidad, el viaje, el recuerdo
del viaje. ¿Cuál es el verdadero tiempo?. ¿Ha vivido en unos minutos varios días?.
…
C. No sabe qué contestar, claro. Julio
Cortazar supo describir ese tipo de situaciones de modo magistral. Incluso él
decía que no existía la literatura fantástica. Que todo era real. Como si se
tratase de una doble vida. Unas personas pueden ser más conscientes que otras
de esto que comento, pero muy pocas son capaces de explicarlo.
P. Entonces…,para usted, ¿Existen
tiempos distintos, que se viven, contradictoriamente en el mismo tiempo?.
C. No es exactamente eso. Cuando
yo era niño, recuerdo que paseaba con mi abuelo con frecuencia y como
consecuencia de ello teníamos conversaciones muy interesantes. Recuerdo una vez
en la que estábamos sentados en un parque. Mi abuelo era muy mayor y yo le
acompañaba hasta un banco y pasábamos largos ratos sentados. Entonces, una
mosca empezó a molestarnos. Con la mano quise matarla en varias ocasiones sin éxito
hasta que se marchó zigzagueando. Pensé en la vida de la mosca y le pregunté a
mi abuelo cuanto tiempo podía vivir este insecto, lo que dio lugar a una
curiosa conversación:
- Abuelo.
- Que
hijo.
- Cuanto
tiempo vive una mosca.
- Pues…no
sé. Uno o dos días, quizá.
- ¿Solo?.
- Sí.
Viven muy poco tiempo.
- ¿Por qué?.
- No lo sé.
La verdad es que el tiempo del que dispone una mosca, no es el mismo tiempo del
que dispone un gusano, una mariposa, un perro, un gato o un elefante.
- ¿Cuánto
tiempo vive un elefante?.
-
Exactamente no lo sé, creo que sobre sesenta años.
- ¡Menuda
diferencia!.
- Claro,
es mucho más grande.
-
Entonces, ¿El tiempo que se vive depende de lo grande que eres?.
- No.
- ¿De qué
depende?.
- No sé qué
decirte. Hay tortugas que viven casi doscientos años y son bastante más
pequeñas que un elefante.
- ¡Vaya!.
Me gustaría ser una tortuga.
- No lo
creo. Las tortugas se aburren mucho. No se mueven casi nada. Por eso viven
tanto tiempo y tú no paras un momento.
-
Entonces. ¿Si me estoy quieto, si no me muevo mucho, viviré más tiempo?.
- No.
- Abuelo…
- Queee…
- Tú casi
no te mueves. Caminas muy despacio y siempre estás cansado, pero eres muy
viejo. ¿Cuánto vas a vivir?.
- ¡Que
pregunta!. No tengo ni idea. Yo estoy viejo porque tengo muchos años.
- No te
has movido mucho claro.
- El
tiempo no tiene que ver tanto con el movimiento. Yo he jugado mucho a la pelota
como tú y trabajado sin parar muchos años…
- Claro…,
por eso estas tan viejo.
- No hijo.
No es exactamente por eso.
-
Entonces, ¿Por qué eres viejo?.
- Porque
he vivido mucho tiempo y es ley de vida. Primero eres un niño, luego joven y
luego viejo. Eso es la vida.
…
…
- Abuelo.
- Qué.
- A mí me
gustaría vivir muchos años, ser muy fuerte y no aburrirme nunca.
- Pues ya
sabes lo que tienes que hacer.
- El qué…
- No
moverte tanto, comer mucho y hablar poco.
- ¿Hablar
poco?.
- Sí.
- Si no
hablas mucho será porque piensas menos y si piensas menos, el tiempo se te hará
mucho más largo y los demás estaremos más tranquilos.
Esta conversación duró bastante
rato y finalmente mi abuelo me aconsejó que me fuese a los columpios y que le dejase
en paz. Durante varios años, yo no sabía si moverse mucho o poco era lo
correcto, también dudé sobre si era bueno o no crecer mucho. Concluí que era
mejor crecer, ya que si me quedaba canijo, (como usted), viviría menos. Aún hoy no sé qué cojones es el
tiempo, lo que lo regula, ni cuáles son sus formas y modos de discurrir. Solo sé
que pasa y pasa sin parar. A veces es interesante que pase rápido y a veces es
lo peor que puede ocurrir. La verdad es que cuando recuerdo esta conversación
con mi abuelo, como otras muchas, la recuerdo completa, veo el parque, el banco
donde estábamos sentados, el movimiento de las hojas de los árboles, el pequeño
lago que había allí, los vuelos de los pájaros, el sonido de la brisa y los
juegos de los niños, incluso recuerdo los olores. Recuerdo muchísimas más cosas
en muy poco tiempo, sin que sea capaz de contarlo todo, ya que tardaría muchísimo
tiempo en hacerlo.
P. Interesante.
C. ¿Interesante?. No ha entendido
muy bien lo que le he contado.
P. Sí que lo he entendido.
C. Usted sabría definir el
concepto tiempo.
…
…
C. No lo sabe. ¡Lo ve!. No ha
entendido nada.
El Sr.
González decidió levantarse, me miró con una expresión peculiar y me dijo:
-
Bueno, por
hoy ya está bien. ¿Cuándo volverá?.
-
La semana
próxima, seguramente.
-
Ya le dije
que me avisara con antelación y no lo ha hecho hasta ahora. No estoy para
perder el tiempo. Piense en lo que le he contado. Es posible que, al final, sea
capaz de entenderlo.
Se marchó dejándome solo. Ni tan
siquiera me dio tiempo de levantarme para extenderle la mano. Al cerrar la
puerta el sonido retumbo en la Sala semivacía. Decidí dejar el hospital hasta
la próxima vez.
Autor. Jesús Benítez