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lunes, 14 de septiembre de 2015

TODOS LOS DÍAS CREAMOS NUESTRA HISTORIA



TODOS LOS DÍAS CREAMOS NUESTRA HISTORIA

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que la preocupación por la historia se introducía en las mentes abiertas y desde ellas, se insistía a los gobernantes que la libertad debía conquistarse aprendiendo de los errores.
Después de la Segunda Guerra Mundial, existía una gran certidumbre: Que algo así no volviera a repetirse.
Sin embargo, si el fin de la guerra fue en mayo de 1945, antes del final de dicho año, las dos grandes potencias, EEUU y la URSS, ya habían cerrados las puertas de la llamada Guerra Fría.
Desde entonces, las guerras no han terminado, sino que, se han troceado como una salchicha.
A partir de la caída del muro de Berlín, en el año 1989, el gran poder de EEUU se hizo más firme y ya no existieron dudas: EEUU es el ordenador del mundo, (no en un sentido informático, sino en el sentido de colocar cada cosa en su sitio), pero, no ha sido así.
El número de conflictos bélicos, limitándonos al período entre 1989 y la actualidad, es realmente impresionante, supera el número de sesenta.
Lo que parecía impensable, después de la Segunda Guerra Mundial, se ha producido, pero por entregas y entregas, de un modo permanente e inagotable.
Camus o Sartre, por dar dos ejemplos, estaban preocupados por la historia, por la importancia que tenía la historia por la sociedad, para la humanidad. ¿Quién habla hoy de la historia?.
Solo se habla de economía y más economía.
La globalización, se ha convertido en un medio reduccionista, que agota la libertad y no nos enteramos de ello. Pensamos que vestir las mismas ropas, comer las mismas hamburguesas o ver en televisión las mismas series, nos esta haciendo libres. No es así, nos hace más y más idiotas.
Ahora escuchamos ese reparto subastado de refugiados en Europa. Merkel parece abrir su corazón manifestando que puede y solo que puede, que acepte ochocientos mil refugiados. Como si regalase algo.
¿Sabéis el número de refugiados que hay en el mundo?, más de sesenta millones y ¿Cuántos procedentes de Siria, Líbano y de los países en conflicto en oriente medio?, son millones, si millones. Turquía ha recibido por ejemplo sobre  el millón y medio.
¿De qué se esta hablando en Europa entonces?. ¿Se trata de vestir a un muñeco? y EEUU, se ha removido en el sillón del poder y ahora anuncia una cifra que superará a Alemania, cuando en realidad, muchos sabemos que han tenido y tienen mucho que ver con el problema.

Ahora Alemania anuncia el cierre de sus fronteras. Mientras tanto miles y miles de personas se encuentran en un colapso multitudinario.
 Una vez más siento vergüenza, mucha vergüenza. No me siento libre, sino como un memo, estúpido, consentido, no hago otra cosa que mirar hacia todas partes, pero  no veo nada. Seguiremos haciendo historia sin participar en ella, pero estando en ella. ¿Y ustedes?.
JB


domingo, 17 de mayo de 2015

MI ABUELO, EL ABURRIMIENTO Y LA OBSERVACIÓN DEL MUNDO. OBRA EN UN ACTO.







MI ABUELO, EL ABURRIMIENTO Y LA OBSERVACION DEL MUNDO

OBRA EN UN ACTO

Jardines del Parque del Retiro de Madrid.

-         ¡Que llorón es ese niño¡
-         ¿Qué?
-         ¡Que ese niño no para de llorar¡, ¿Dónde esta su madre?
-         Nnno, se.
-         ¡Que pesadez¡
-         Me parece que se ha caído. Mira, se toca la rodilla.
-         ¿Y su madre?
-         Estará en el quiosco, comprando algo.
-         ¡Ya podía estar más pendiente¡…!Señora¡. ¡Señora¡.
-         No te ha oído.
-         ¡Estará en la luna de Valencia¡. ¡Señora¡
-         ¿Siii?.
-         ¡Su niño!, ¡ Que se ha caido!.
-         ¡Oooh¡, ¡Pobre¡, ¿Qué te ha pasado bonito¡
-         Parece que la Señora no te ha mirado con buenos ojos, abuelo.
-         Que más da. Si estuviese en lo que debe de estar.
-         ¿Yo he sido tan llorón?.
-         Si.
-         Vaya.

(Silencio)

-         No lo recuerdo.
-         Que más da hijo. Lo importante es que ahora no lo eres.
-         ¡Señora¡, ¡Señora¡, ¡ Que el niño se le va a caer al estanque¡.
-         Uff, lo ha cogido por los pelos.
-         Eso tenía que hacer, cogerlo por los pelos.
-         Me está poniendo nervioso. Anda vámonos a otro banco.

(Breve paseo)

-         Aquí estaremos mejor. Además, hay más sombra.
-         Si, es verdad.

(Silencio)

-         ¿No te apetece jugar?. Puedes decir algo a esos chavales de la pelota.
-         No, gracias.
-         ¿No gracias?, ¿Te pasa algo?.
-         No, ¿Porqué?.
-         Yo a tu edad no paraba un momento.

(Silencio)

-         Pondrías nerviosa a la gente.
-         No hijo. Yo estaba más educadito que ese pequeño... Te vas a aburrir.
-         No, ¿Porqué?.
-       Estas preguntón. Anda...ve y juega con esos chavales. Me parece que les falta un portero.
-         Es un rollo.
-         ¿Un rollo?.
-         Si.
-         ¿No te gusta el fútbol?. En casa siempre estas dale que dale con la pelota.
-         Se me ha roto.
-         Que más da. Esos chavales tienen una. No necesitas la tuya.
-         Ya. Pero…no me apetece.
-         Bueno, tu verás.

(Silencio).

-         Cuando me pediste venir conmigo te avisé que leería el periódico.
-         Ya. Lo sé.
-         Entonces. ¿Para que has venido?.
-         Me aburría en casa.
-         ¿Cómo se puede aburrir uno a tu edad?
-         Aburriéndose.
-         Que cosas dices.

(Silencio).

-         Bueeno. Vamos a caminar un rato.
-         Vale.
-         ¿Seguro que te encuentras bien?.
-         Si, ¿Porqué?.

(Mirada de interrogación y reinicio del paseo).

-         Las vacaciones al final te cansan. Es mejor ir al Colegio.
-         Todo depende.
-         ¿De qué?
-         Del Colegio.
-         No estas contento en el Colegio.
-         No mucho. Me aburro.
-         ¡Chico!, Tú te aburres en todas partes.
-         Si, es cierto. Pero contigo lo paso bien.
-         ¡Vaya!, ¡Que suerte tengo¡
-         Gracias.

(Silencio).

-         Mira esos chicos... se van a caer de las barcas.
-         Conozco al del pelo rizado.
-         ¿Si?, ¿Es de tu clase?.
-         Nos pegamos el mes pasado.
-         ¿Qué formas tienes de entretenerte?.
-         No fue culpa mía.
-         ¿Por qué te peleaste?.
-         Me dijo que era un Sopla…¿No se qué?.
-         No parece buen chico. No deja de tirar agua a las niñas de la barca de al lado.
-         Ahora es amigo mío. Dice que él es rebelde como los “tiendas”.
-          ¿Quiénes son los tiendas?.
-         Una pandilla que esta por aquí, en el Retiro y que se mete con todo el mundo.
-         ¿Por qué se les llama “tiendas”?.
-         Porque trabajan en las tiendas de ultramarinos repartiendo en las casas.
-         Hum.

(Silencio en el paseo).

-         ¿Y tú te tratas con él?.
-         ¿Qué?.
-         Qué, entonces, es amigo tuyo.
-         Ahora sí…Dice que él también se aburre en el Colegio y que es mi guardaespaldas.
-         ¿Te hace falta eso?.
-         No. Pero se siente mejor.
-         Vaya…Te quedan muchos días de vacaciones. Deberías pensar en hacer cosas que te entretegan. Venir conmigo es aburrido.
-         No…no lo es.

(Silencio con parada).

-         Eres un chaval curioso. ¿Con que te diviertes?.
-         Humm…leyendo, escribiendo, con muchas cosas.
-         Y, ¿Por qué no las haces?.
-         Las hago, pero al final también me aburren.
-         El aburrimiento no debería de existir. Todo puede ser increiblemente entretenido.
-         ¿Cómo?.
-         Pués…no sé…observa todo lo que te rodea y verás como resulta emocionante.
-         ¿Porqué?
-         No sé…, no todo tiene un porqué. Hay cosas que son y punto y yo miro y me emociono.
-         ¿Por eso resoplas tanto?
-         No hijo…resoplo porque esto es una cuesta y estoy viejo.

(Parada con descanso)

-         Y, a tí, de verdad ¿Qué te divierte?, además de…estar conmigo.
-         ¿Puedo ser sincero?
-         Claro hijo, siempre hay que serlo.
-         No siempre.
-         ¿Cómo que no siempre?.
-         Si yo lo fuera siempre estaría encerrado en la habitación, no me dejarían salir. La gente no lo es y cuando lo es, muchas veces, la castigan.
-         Bueno, bueno, no será para tanto. A ver....dime…
-         No sé…, me gusta tirarme pedos en el metro, decir tacos gordos, arrancar la cabeza de los muñecos de mis hermanas…
-         ¡Para, para!, pero…¿Eso lo dices en serio?.

(Nueva parada con expresión de sorpresa y los brazos en jarras).

-         Si.
-     Es mejor que intentes observar lo que te rodea, seguro que eso te resultará más emocionante.
-  Ya.., pero lo que me gusta es lo que hay en mi cabeza, no lo que esta fuera.
- ¿Que quieres decir?.
- Que..., lo que imagino es mucho más emocionante que lo que veo en realidad.
- Y...¿eso?.
- Es verdad. Puedo ver esos árboles. Los miro y me parecen insulsos, pero...si me imagino que arrancan sus raices y empiezan a andar o incluso a volar. Me gustan mucho más.

(Silencio).

- Puede que tengas algo de razón, pero, lo que te pasa es que no sabes mirar y menos aún ver.
- ¿Seguro?.
- Seguro hijo. Mira el estanque. No solo es agua. Yo veo diamantes que brillan, las sombras de los árboles que se mueven. Las nubes del cielo que vuelan por ellas. Es precioso, emocionante, casi increible verlo. No puedes aburrirte observándolo. Es una imagen excepcional. Por mucho que imagines otra cosa, esa visión es fabulosa. Hay que saber mirar y sobretodo, hay que saber ver.


Durante mucho tiempo he observado lo que me rodea y aunque al principio no me resultaba precisamente emocionante, con el transcurso de los años he comprendido que vale la pena, ya que la vida, en sí misma, es una aventura. Con el tiempo he descubierto que jamás me he aburrido y aún hoy sigo sin aburrirme.

Autor: Jesús Benítez Benítez.- Mi abuelo y yo.

domingo, 26 de abril de 2015

UNA REFLEXIÓN DE DOMINGO






UNA REFLEXIÓN DE DOMINGO.- 26.4.2015.
Salvo en un período de adolescencia, ya muy lejano, en el que el proceso hormonal y el descubrimiento del amor y el sexo, se convirtieron en algo desorientador y descontrolado, en el que escribía con pudor sobre mis sentimientos, sensaciones y descubrimientos, ocultando cada página en un cajón secreto, no he entendido bien a aquellos que dicen que escribir para uno mismo tiene algo de místico. Pienso, sinceramente, que quien escribe trasciende de sí mismo, sale al exterior de algún modo y no es concebible que no sea con el objetivo de ser leído por otros. Si eso es así, la escritura pierde su sentido sustancial y se transforma en algo hueco y opaco, en algo sin fondo. No es lo mismo mirar al cielo una noche estrellada y tocar con la punta de los dedos cada estrella y contarlo a los cuatro vientos para que todo el mundo lo sepa, que observar la oscuridad de un profundo pozo, negro, húmedo, que te da miedo y sufrir ese dolor interno con intensidad y terrible estremecimiento sin compartirlo con nadie.
He dejado que el tiempo pasara, que ocupase esa distancia que a veces se necesita para que la sopa de la vida se asiente.
Hoy es un día propicio para escribir. El cielo nublado y la lluvia intermitente hacen que el interior de la casa parezca más confortable de lo habitual y que los pensamientos sobrevuelen por encima de mi cabeza, provocándome una observación templada de las horas.
Estos últimos meses, semanas y días han sido una miscelánea de acontecimientos. He vivido alguna emoción de éxtasis breve, con el crecimiento de mi nieta, también dolor y sufrimiento inconmensurables por el dolor propio provocado por una reciente cirugía sufrida, pero sobre todo por las noticias de este mundo insensible, en el que el valor de la vida humana, ha vuelto a perderse en los rincones nublosos del hambre, la migración forzada y la huida miserable de la guerra. He podido ver el comportamiento de aquellos que descubrieron hace ya mucho tiempo, que la humildad cobarde de la sociedad, es moldeable como la arcilla, con pocos riesgos aparentes, lo que les ha permitido durante largos años ejercer el poder supremo sobre los demás, sin pudor ninguno por tomar con ambas manos cualquier cosa. Si, cualquier cosa digo, ya que, con la misma voluntad, se han apropiado de nuestro dinero, como del alma de muchos que aún crédulos, piensan que el enemigo esta siempre en una especie de frontera que les han creado a su medida esos mismos ladrones, dueños del poder y suponen que sus creencias son créditos de un pasado y una historia de buenas costumbres puestas en riesgo por esos enemigos.
Es posible que mi mente gire y gire una y otra vez sobre esa miscelánea de acontecimientos, como si se tratase de una gran noria y no encuentre el momento de saltar, ya que la caída puede que sea dolorosa. No lo sé muy bien. La cuestión es que esos meses, semanas y días han pasado y aún estoy aquí, escribiendo estas palabras en un marco de esperanza, buscando las aguas del río que se aleja entre las montañas del cuadro de la vida, esperando, una vez más, que el sol reaparezca en el horizonte, que mi cerebro pinta y pinta, buscando los mejores colores, las mejores luces y evitando las sombras.
Como se ve, escribo inmerso en una poética y trascendente visión existencial, que puede parecer que tiene un tono gris de desánimo y de aceptación desesperanzada, pero…no es en absoluto así.
Hoy, a pesar de lo nublado del día, he visto como las ramas del ciprés de mi ventana se movían, como soltaban al aire las gotas de la lluvia, como si fuesen diamantes voladores. He comprobado que la atmósfera estaba más limpia y he respirado con profundidad, dejando que el oxígeno penetrase hasta cada rincón de mis pulmones, para luego dejarlo salir de nuevo. He sentido cada impulso, cada instante de mi respiración y me he sentido vivo. He comprendido que la historia no es algo lejano y ajeno a mi existencia, sino que forma parte de cada uno de mis pensamientos. Que lo que reflexiono hoy, tiene en cada uno de sus silogismos algún elemento del hombre de cromañón, de la guerra de los cien años, de los vuelos a la luna y sobretodo, del big bang. Que la transformación es la vida, que nada, absolutamente nada, es ajeno al cambio, que nada en definitiva es estático, permanente. Incluso los iceberg congelados del Ártico se modifican y yo, a pesar de ser un mínimo ser vivo, puedo hacer explotar las nubes, abrir caminos en el cielo, aunque eso solo forme parte de mi imaginación. La realidad esta formada por una gran e inmensa energía incontrolable que hace posible lo imposible, que puede crear cualquier cosa, que puede conseguir que la igualdad, el amor, la justicia, tengan su lugar en este mundo aparentemente incomprensible. Incluso he sido muy consciente de la trascendencia de la misma evolución, tanto como de la poca importancia de esas muchas cosas que nos provocan sufrimiento, miedo y desesperación. Un solo segundo de conciencia del mundo y de uno mismo, es como un capullo recién abierto, como el nacimiento de un hijo, como el hermoso vuelo de un águila, como el aleteo de un colibrí, como el último instante en el que el sol se oculta al anochecer.



Jesús Benítez.- 26.4.2015