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domingo, 17 de mayo de 2015

MI ABUELO, EL ABURRIMIENTO Y LA OBSERVACIÓN DEL MUNDO. OBRA EN UN ACTO.







MI ABUELO, EL ABURRIMIENTO Y LA OBSERVACION DEL MUNDO

OBRA EN UN ACTO

Jardines del Parque del Retiro de Madrid.

-         ¡Que llorón es ese niño¡
-         ¿Qué?
-         ¡Que ese niño no para de llorar¡, ¿Dónde esta su madre?
-         Nnno, se.
-         ¡Que pesadez¡
-         Me parece que se ha caído. Mira, se toca la rodilla.
-         ¿Y su madre?
-         Estará en el quiosco, comprando algo.
-         ¡Ya podía estar más pendiente¡…!Señora¡. ¡Señora¡.
-         No te ha oído.
-         ¡Estará en la luna de Valencia¡. ¡Señora¡
-         ¿Siii?.
-         ¡Su niño!, ¡ Que se ha caido!.
-         ¡Oooh¡, ¡Pobre¡, ¿Qué te ha pasado bonito¡
-         Parece que la Señora no te ha mirado con buenos ojos, abuelo.
-         Que más da. Si estuviese en lo que debe de estar.
-         ¿Yo he sido tan llorón?.
-         Si.
-         Vaya.

(Silencio)

-         No lo recuerdo.
-         Que más da hijo. Lo importante es que ahora no lo eres.
-         ¡Señora¡, ¡Señora¡, ¡ Que el niño se le va a caer al estanque¡.
-         Uff, lo ha cogido por los pelos.
-         Eso tenía que hacer, cogerlo por los pelos.
-         Me está poniendo nervioso. Anda vámonos a otro banco.

(Breve paseo)

-         Aquí estaremos mejor. Además, hay más sombra.
-         Si, es verdad.

(Silencio)

-         ¿No te apetece jugar?. Puedes decir algo a esos chavales de la pelota.
-         No, gracias.
-         ¿No gracias?, ¿Te pasa algo?.
-         No, ¿Porqué?.
-         Yo a tu edad no paraba un momento.

(Silencio)

-         Pondrías nerviosa a la gente.
-         No hijo. Yo estaba más educadito que ese pequeño... Te vas a aburrir.
-         No, ¿Porqué?.
-       Estas preguntón. Anda...ve y juega con esos chavales. Me parece que les falta un portero.
-         Es un rollo.
-         ¿Un rollo?.
-         Si.
-         ¿No te gusta el fútbol?. En casa siempre estas dale que dale con la pelota.
-         Se me ha roto.
-         Que más da. Esos chavales tienen una. No necesitas la tuya.
-         Ya. Pero…no me apetece.
-         Bueno, tu verás.

(Silencio).

-         Cuando me pediste venir conmigo te avisé que leería el periódico.
-         Ya. Lo sé.
-         Entonces. ¿Para que has venido?.
-         Me aburría en casa.
-         ¿Cómo se puede aburrir uno a tu edad?
-         Aburriéndose.
-         Que cosas dices.

(Silencio).

-         Bueeno. Vamos a caminar un rato.
-         Vale.
-         ¿Seguro que te encuentras bien?.
-         Si, ¿Porqué?.

(Mirada de interrogación y reinicio del paseo).

-         Las vacaciones al final te cansan. Es mejor ir al Colegio.
-         Todo depende.
-         ¿De qué?
-         Del Colegio.
-         No estas contento en el Colegio.
-         No mucho. Me aburro.
-         ¡Chico!, Tú te aburres en todas partes.
-         Si, es cierto. Pero contigo lo paso bien.
-         ¡Vaya!, ¡Que suerte tengo¡
-         Gracias.

(Silencio).

-         Mira esos chicos... se van a caer de las barcas.
-         Conozco al del pelo rizado.
-         ¿Si?, ¿Es de tu clase?.
-         Nos pegamos el mes pasado.
-         ¿Qué formas tienes de entretenerte?.
-         No fue culpa mía.
-         ¿Por qué te peleaste?.
-         Me dijo que era un Sopla…¿No se qué?.
-         No parece buen chico. No deja de tirar agua a las niñas de la barca de al lado.
-         Ahora es amigo mío. Dice que él es rebelde como los “tiendas”.
-          ¿Quiénes son los tiendas?.
-         Una pandilla que esta por aquí, en el Retiro y que se mete con todo el mundo.
-         ¿Por qué se les llama “tiendas”?.
-         Porque trabajan en las tiendas de ultramarinos repartiendo en las casas.
-         Hum.

(Silencio en el paseo).

-         ¿Y tú te tratas con él?.
-         ¿Qué?.
-         Qué, entonces, es amigo tuyo.
-         Ahora sí…Dice que él también se aburre en el Colegio y que es mi guardaespaldas.
-         ¿Te hace falta eso?.
-         No. Pero se siente mejor.
-         Vaya…Te quedan muchos días de vacaciones. Deberías pensar en hacer cosas que te entretegan. Venir conmigo es aburrido.
-         No…no lo es.

(Silencio con parada).

-         Eres un chaval curioso. ¿Con que te diviertes?.
-         Humm…leyendo, escribiendo, con muchas cosas.
-         Y, ¿Por qué no las haces?.
-         Las hago, pero al final también me aburren.
-         El aburrimiento no debería de existir. Todo puede ser increiblemente entretenido.
-         ¿Cómo?.
-         Pués…no sé…observa todo lo que te rodea y verás como resulta emocionante.
-         ¿Porqué?
-         No sé…, no todo tiene un porqué. Hay cosas que son y punto y yo miro y me emociono.
-         ¿Por eso resoplas tanto?
-         No hijo…resoplo porque esto es una cuesta y estoy viejo.

(Parada con descanso)

-         Y, a tí, de verdad ¿Qué te divierte?, además de…estar conmigo.
-         ¿Puedo ser sincero?
-         Claro hijo, siempre hay que serlo.
-         No siempre.
-         ¿Cómo que no siempre?.
-         Si yo lo fuera siempre estaría encerrado en la habitación, no me dejarían salir. La gente no lo es y cuando lo es, muchas veces, la castigan.
-         Bueno, bueno, no será para tanto. A ver....dime…
-         No sé…, me gusta tirarme pedos en el metro, decir tacos gordos, arrancar la cabeza de los muñecos de mis hermanas…
-         ¡Para, para!, pero…¿Eso lo dices en serio?.

(Nueva parada con expresión de sorpresa y los brazos en jarras).

-         Si.
-     Es mejor que intentes observar lo que te rodea, seguro que eso te resultará más emocionante.
-  Ya.., pero lo que me gusta es lo que hay en mi cabeza, no lo que esta fuera.
- ¿Que quieres decir?.
- Que..., lo que imagino es mucho más emocionante que lo que veo en realidad.
- Y...¿eso?.
- Es verdad. Puedo ver esos árboles. Los miro y me parecen insulsos, pero...si me imagino que arrancan sus raices y empiezan a andar o incluso a volar. Me gustan mucho más.

(Silencio).

- Puede que tengas algo de razón, pero, lo que te pasa es que no sabes mirar y menos aún ver.
- ¿Seguro?.
- Seguro hijo. Mira el estanque. No solo es agua. Yo veo diamantes que brillan, las sombras de los árboles que se mueven. Las nubes del cielo que vuelan por ellas. Es precioso, emocionante, casi increible verlo. No puedes aburrirte observándolo. Es una imagen excepcional. Por mucho que imagines otra cosa, esa visión es fabulosa. Hay que saber mirar y sobretodo, hay que saber ver.


Durante mucho tiempo he observado lo que me rodea y aunque al principio no me resultaba precisamente emocionante, con el transcurso de los años he comprendido que vale la pena, ya que la vida, en sí misma, es una aventura. Con el tiempo he descubierto que jamás me he aburrido y aún hoy sigo sin aburrirme.

Autor: Jesús Benítez Benítez.- Mi abuelo y yo.