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domingo, 28 de abril de 2019

EL PENSAMIENTO

La niebla blanca de ardor compuesto me abre las carnes al ver que, lo que he propuesto, se ha perdido en un tímido paisaje de idiotas. He dado pasos inseguros entre los muros que me aprisionan y, no siento ya ni visión, ni dolor, ni vacío. La nube que desde la distancia refleja los colores, ahora es niebla meona. En la hora temprana del día, como una chica muy mona, todo es frescura. En la caída violeta del día, la oscuridad se extiende, sobre ese pensamiento que tuvo cierta luz e inteligencia. He encontrado intelectuales, seudo de todo, en ese modo de presentarse que es, más vestirse que desnudarse en la escena. Ahora, algo más viejo, veo pasar los vientos de asco y me quedo mirando, sobre el banco, con el apoyo de mis codos en la barandilla de la vida, como el mirón de una obra, de una obra que esta siempre en construcción, sin solución. Mi nieta dice que soy viejo. No lo soy. Solo ha pasado el tiempo y ya mayor, los instantes de felicidad son inmensos y, los de disgusto, una introspección que explosiona sobre mí, agotándome mucho en muy poco camino. Sigo proponiendo el uso del sentido y esa reflexión de la que tanto hablo y mimo. Es un vocablo eterno que no tiene fin. Paciencia y tolerancia conmigo y con lo que observo, siento, con el pensamiento, ya que, el pensamiento es lo más humano que tengo. JESÚS BENÍTEZ BENÍTEZ. ABR. 19.

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