Una dedicatoria desconocida en un libro de viejo.
Estos días pasados visité una vez más la
Cuesta de Moyano de Madrid. Es una calle en rampa o en pendiente, según se
mire, que es llamada así de modo popular, ya que en realidad su nombre es la
Calle de Claudio Moyano, en recuerdo de un político de Zamora que fue autor en
1855 de la Ley de Instrucción Pública. En el inicio de la cuesta, que parte de
la Plaza de Atocha, hay una estatua del indicado personaje.
Como digo, hice una visita en mi permanente
búsqueda de libros de interés y encontré una edición interesante de la obra de
Hermann Hesse titulada El último Verano de Klingsor. (En mi comentario anterior
hice mención a ella).
Este hecho, no tiene nada de peculiar, ya que
el hábito de localizar literatura
publicada en ediciones antiguas o incluso descatalogadas, es algo relativamente
habitual, pero…, no lo es tanto, encontrar un libro que incluya una
–dedicatoria desconocida-. Si, el libro que finalmente compré, tiene en su
primera página, escrita con una bella letra redondeada y cursiva, las
siguientes palabras:
Ya
dieciocho años gozosos y el rostro vuelto a la vida.
Con toda
la experiencia adquirida, ¿alcanzarás todos tus porqués…de la EXISTENCIA?.
Este texto está firmado por una tal Aida y lo he transcrito de modo literal.
Antes de la primera letra figura subrayada una fecha:
1-2-79.
Al encontrar la dedicatoria desconocida y
sentir el libro en las manos, también sentí una energía especial. Fue como si
el libro no fuese solo de papel, sino que tuviese también un alma propia o que
de alguna manera, me transmitiese pensamientos y sentimientos de otras
personas.
Utilizo el plural, ya que la dedicatoria la
debió escribir Aida para otra
persona, que, al parecer, debía de haber alcanzado la edad de dieciocho años.
Me imagino a Aida colocando en las
manos de esa otra persona este libro, (no sé la razón, pero la identifico como
otra mujer), con una sonrisa, incluso
añadiendo un beso. Aida debió tener el deseo de que la lectura de la obra de Hermann Hesse,
le pudiera proporcionar, ya con los dieciocho años cumplidos, respuestas a esos
–porqués- de la existencia.
Esta dedicatoria, también significa que la persona que la escribió, sabía y conocía el libro y eso, además, le da un mayor valor.
Los sentimientos de Aida siguen
encontrándose en sus palabras manuscritas.
Más adelante, cuando he avanzado yo en la
lectura del libro, incluso hoy ya la he completado,… (Cuando leo a Hermann
Hesse, ese hecho siempre me produce tristeza, ya que al leer la última línea,
de la última página, el libro parece que se muere. Se desprende de mí, se eleva
hacia otra dimensión. Sujeto entonces el libro entre las manos y busco un lugar
adecuado en la biblioteca. Quiero tenerlo cerca, ya que percibo aún ese diálogo
tan psicológico de Hesse, que no quiero que se marche del todo)…,se ha
producido un hecho algo desconcertante…
Si, al llegar a la página ciento tres, en
pleno desarrollo del segundo relato titulado Klein y Wagner, me he encontrado
con un billete de Metro. Este billete, está fechado el 18 de Enero de 1980, se
refiere a un trayecto sencillo desde Argüelles, con el número 76900, y sirve de
marcador de lectura. ¿Qué significado puede tener este hecho?.
El tiempo transcurrido desde la fecha de la dedicatoria puede significar que
la beneficiaria de ella, no tomó con ansiedad el libro para iniciar
la lectura, sino que tardó tiempo en animarse a hacerlo. Es posible que los
dieciocho años, edad, con tantas preguntas, también provoquen cierta
desorientación y ante un regalo literario y de una dedicatoria en la que se
anuncia la posibilidad de encontrar respuestas, exista cierto temor a
descubrirlas o por el contrario, la mente opte entonces por dirigir el interés a muchas
cosas al mismo tiempo y lo que parece una prioridad en un momento dado, deje de
serlo al siguiente. La cuestión es que la receptora del libro y de la dedicatoria, (sigo prefiriendo que sea
una mujer), afrontó la lectura de la obra dedicada pasados bastantes meses, casi un año.
Pero no es solo esto lo desconcertante. El
billete de Metro seguía estando, se supone, donde lo colocó la lectora, en la
página cientro tres, por tanto…, eso parece significar, que finalmente, no llegó a
completar la lectura del libro. Más aún, de los tres relatos que lo componen, el que le da el título es el último, El Último Verano de Klingsor y precisamente este no debió llegar a leerlo. ¿Quizá la juventud, los dieciocho años,
tuvieran algo que ver?. En la dedicatoria se cita la experiencia. Ese hermoso
rostro, vuelto a la vida, se dice, ¿Es posible que en el avance de la lectura y hasta donde llegó,
descubriera, en excesivo poco tiempo, demasiadas respuestas?.
Encontrar un libro de viejo de interés, es algo
más que eso o puede serlo. En este caso lo fue. El libro que tengo encierra una historia más. Que afortunado soy.
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