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jueves, 1 de mayo de 2014

COMENTARIO.- UNA DEDICATORIA DESCONOCIDA EN UN LIBRO DE VIEJO.







Una dedicatoria desconocida en un libro de viejo.

Estos días pasados visité una vez más la Cuesta de Moyano de Madrid. Es una calle en rampa o en pendiente, según se mire, que es llamada así de modo popular, ya que en realidad su nombre es la Calle de Claudio Moyano, en recuerdo de un político de Zamora que fue autor en 1855 de la Ley de Instrucción Pública. En el inicio de la cuesta, que parte de la Plaza de Atocha, hay una estatua del indicado personaje.
Como digo, hice una visita en mi permanente búsqueda de libros de interés y encontré una edición interesante de la obra de Hermann Hesse titulada El último Verano de Klingsor. (En mi comentario anterior hice mención a ella).
Este hecho, no tiene nada de peculiar, ya que el hábito de  localizar literatura publicada en ediciones antiguas o incluso descatalogadas, es algo relativamente habitual, pero…, no lo es tanto, encontrar un libro que incluya una –dedicatoria desconocida-. Si, el libro que finalmente compré, tiene en su primera página, escrita con una bella letra redondeada y cursiva, las siguientes palabras:
Ya dieciocho años gozosos y el rostro vuelto a la vida.
Con toda la experiencia adquirida, ¿alcanzarás todos tus porqués…de la EXISTENCIA?.
Este texto está firmado por una tal Aida y lo he transcrito de modo literal. Antes de la primera letra figura subrayada una fecha:
1-2-79.
Al encontrar la dedicatoria desconocida y sentir el libro en las manos, también sentí una energía especial. Fue como si el libro no fuese solo de papel, sino que tuviese también un alma propia o que de alguna manera, me transmitiese pensamientos y sentimientos de otras personas.
Utilizo el plural, ya que la dedicatoria la debió escribir Aida para otra persona, que, al parecer, debía de haber alcanzado la edad de dieciocho años. Me imagino a Aida colocando en las manos de esa otra persona este libro, (no sé la razón, pero la identifico como otra mujer), con  una sonrisa, incluso añadiendo un beso. Aida debió tener el deseo de que la lectura de la obra de Hermann Hesse, le pudiera proporcionar, ya con los dieciocho años cumplidos, respuestas a esos –porqués- de la existencia.
Esta dedicatoria, también significa que la persona que la escribió, sabía y conocía el libro y eso, además, le da un mayor valor. Los sentimientos de Aida siguen encontrándose en sus palabras manuscritas.
Más adelante, cuando he avanzado yo en la lectura del libro, incluso hoy ya la he completado,… (Cuando leo a Hermann Hesse, ese hecho siempre me produce tristeza, ya que al leer la última línea, de la última página, el libro parece que se muere. Se desprende de mí, se eleva hacia otra dimensión. Sujeto entonces el libro entre las manos y busco un lugar adecuado en la biblioteca. Quiero tenerlo cerca, ya que percibo aún ese diálogo tan psicológico de Hesse, que no quiero que se marche del todo)…,se ha producido un hecho algo desconcertante…
Si, al llegar a la página ciento tres, en pleno desarrollo del segundo relato titulado Klein y Wagner, me he encontrado con un billete de Metro. Este billete, está fechado el 18 de Enero de 1980, se refiere a un trayecto sencillo desde Argüelles, con el número 76900, y sirve de marcador de lectura. ¿Qué significado puede tener este hecho?.
El tiempo transcurrido desde la fecha de la dedicatoria puede significar que la beneficiaria de ella, no tomó con ansiedad el libro para iniciar la lectura, sino que tardó tiempo en animarse a hacerlo. Es posible que los dieciocho años, edad, con tantas preguntas, también provoquen cierta desorientación y ante un regalo literario y de una dedicatoria en la que se anuncia la posibilidad de encontrar respuestas, exista cierto temor a descubrirlas o por el contrario, la mente opte entonces por dirigir el interés a muchas cosas al mismo tiempo y lo que parece una prioridad en un momento dado, deje de serlo al siguiente. La cuestión es que la receptora del libro y de la dedicatoria, (sigo prefiriendo que sea una mujer), afrontó la lectura de la obra dedicada pasados bastantes meses, casi un año.
Pero no es solo esto lo desconcertante. El billete de Metro seguía estando, se supone, donde lo colocó la lectora, en la página cientro tres, por tanto…, eso parece significar, que finalmente, no llegó a completar la lectura del libro. Más aún, de los tres relatos que lo componen, el que le da el título es el último, El Último Verano de Klingsor y precisamente este no debió llegar a leerlo. ¿Quizá la juventud, los dieciocho años, tuvieran algo que ver?. En la dedicatoria se cita la experiencia. Ese hermoso rostro, vuelto a la vida, se dice, ¿Es posible que en el avance de la lectura y hasta donde llegó, descubriera, en excesivo poco tiempo, demasiadas respuestas?.
Encontrar un libro de viejo de interés, es algo más que eso o puede serlo. En este caso lo fue. El libro que tengo encierra una historia más. Que afortunado soy.

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