Entrevista
con el loco más cuerdo del mundo.
Entrevista
mantenida con el Sr. González, interno de un hospital psiquiátrico de Madrid. El
entrevistado ocupó cargos diplomáticos en varios países y ha sido un reconocido
intelectual muy conocido en los ambientes de la llamada “Movida Madrileña”. La
bebida y las drogas acabaron haciendo de él un indigente y un vagabundo, sin
familia ni amigos. Ha vivido varios años en las calles de varias ciudades
españolas y europeas. Hace un año, fue detenido en el despacho presidencial de
La Moncloa orinando sobre la mesa del Presidente del Gobierno. Nadie sabe aún
como pudo llegar a acceder a las instalaciones. Desde entonces permanece
ingresado en el centro.
Entrevista
realizada en un salón vacío. Solo dos sillones de cuero viejo y una mesa baja. Paredes
con pintura impermeable y dos ventanas con rejas que dan a un jardín desde el
tercer piso. Desde allí se ven las copas de tres pinos centenarios.
P. ¿Quién es usted?
C. Un idiota.
P. ¿Un idiota?.
C. Sí.
P. ¿Por qué?
C. Un idiota es una persona que
padece idiocia, un engreído sin fundamento para ello, alguien tonto, corto de
entendimiento. Incluso se podría decir que un idiota lo es, porque no tiene
instrucción, conocimiento suficiente. La idiocia es un trastorno caracterizado
por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales, congénita o
adquirida. En mi caso es adquirida.
P. ¿Usted piensa que es así
realmente?.
C. Y usted también lo es.
P. …
C. Todos los somos. A unos se les
nota más que a otros, pero todos somos idiotas. Píenselo bien. ¿Usted no actúa
como un engreído en más de una ocasión o en muchas, sin ningún fundamento?. Es
un mecanismo de defensa al fin y al cabo.
P. ¿Quiere decir que nos
defendemos haciéndonos los engreídos?.
C. Sí, con mucha más frecuencia de
lo que pensamos. Es fácil sentirse vulnerable ante la confirmación de que no
tenemos el conocimiento suficiente sobre muchas cosas. Vivimos, más bien
sobrevivimos, intentando conocer el medio en el que habitamos, las causas que
justifican lo que ocurre a nuestro alrededor e incluso las causas de nuestro
propio comportamiento. Cuando no somos capaces de comprenderlo, cuando
confirmamos nuestra incapacidad para ello, preferimos hacernos los engreídos,
especialmente con nosotros mismos. Necesitamos convencernos de nuestro –valer-.
Somos unos idiotas. Nuestra existencia es una gran mentira. La hacemos siempre
a nuestra medida, no podemos soportar que sea de otra manera, por eso somos
tontos, cortos de entendimiento y nos trastornamos día a día. Muchos de
nosotros acabamos sufriendo profundas deficiencias mentales. Otros, más
equilibrados, son más conscientes del problema y de sus deficiencias, de ese
modo consiguen que su efecto no sea tan intenso, aunque no por eso son más lúcidos,
pero…, creo que no hay nadie que pueda decirme lo contrario. Todos, absolutamente
todos, somos unos idiotas.
P. ¿Sabe que me está llamando
idiota?.
C. Sí.
P. ¿No es usted un engreído al
hacerlo?
C. Sí. Por eso digo que soy un idiota.
P. Cambiemos
de tema.
C. Lo que usted quiera.
P. ¿Por qué está ingresado aquí?.
C. No lo sé muy bien. Recuerdo que
un día estaba en la embajada de París vestido de etiqueta, otro en la Gran Vía de Madrid pidiendo
limosna, otro en el puente de Praga con la decisión de tirarme al río Moldava, otro en Berlín
insultando a la policía, otro en Estrasburgo cogiendo sobras entre la basura de un restaurante,
otro, nuevamente en Madrid, peleándome con dos negros enormes en la Plaza de
Lavapiés y un día, me desperté aquí, tumbado en una cama y babeando.
P. ¿No sabe el motivo por el que
le ingresaron?.
C. Sí. Me lo han contado.
P. ¿Qué piensa de ello?.
C. No sé muy bien que contestarle.
Creo que he debido de pasar por un estado de lucidez y eso me debió obligar a
hacer cosas que eran antes impensables para mí.
P. ¿Lucidez?.
C. Usted parece ser un poco corto…
P. Disculpe…¿Qué ha querido decir
al utilizar la palabra lucidez?.
C. Muy sencillo. Cuando crees descubrir lo
que es correcto y lo que no lo es, no necesariamente debe coincidir con los
convencionalismos sociales. En su momento debí de tener un impulso de rebeldía
que me hizo expresar mis sentimientos de un modo, digamos…, muy emblemático.
P. Ya. Entonces…¿Usted piensa que
es un hombre lúcido?.
C. Lo que pienso es que usted no
lo es. ¿A usted le gusta la sociedad en la que vive?. ¿Lo que genera el poder?.
¿Las injusticias?. ¿Qué le gusta a usted?.
P. Muchas cosas, pero..., no por
eso hago actos violentos.
C. ¡¿Violentos?!. Violencia es lo
que usted está haciendo ahora conmigo. Intentar manipular mis palabras. En
realidad no le interesa una mierda lo que me ha pasado o lo que me pasa. Solo
quiere algún titular, un rinconcito editorial.
P. Esta entrevista la estamos
haciendo porque ha estado de acuerdo en hacerla. Nadie le ha obligado.
C. Es cierto, pero pensaba que me preguntaría
cosas interesantes, no tonterías. Ya le digo que es un engreído.
P. Cambiemos de nuevo de tema.
C. De
acuerdo.
P. En la actualidad, se está
produciendo un cambio social en Occidente, ¿Qué piensa de la idiosincrasia de
los ciudadanos europeos?.
C….
P. Sí, quiero decir, tenemos una idiosincrasia…
C. Disculpe. ¿No le parece que la
pregunta es un poco fuera de lugar?.¿Por qué me pregunta eso a mí?. Usted me
entrevista porque estoy loco. ¿Qué va a opinar un loco sobre una cosa así?.
P. No se…
C. Una pregunta absurda,
efectivamente, absurda. De todos modos le contestaré algo. Creo que los
europeos hace mucho tiempo que tenemos nuestros propios rasgos, temperamento,
carácter, tenemos signos distintivos y propios. Lo que usted llama idiosincrasia
de los ciudadanos europeos, no está cambiando.
P. ¿Piensa que no?.
C. No. Los europeos somos tan engreídos
como los norteamericanos, por ejemplo; con idiosincrasias diferentes, somos tan
idiotas como lo hemos sido desde hace ya mucho tiempo. Ese cambio al que hace
referencia, no va a modificar eso.
P. ¿Por qué?.
C. ¿Cómo que por qué?. Los
europeos seguimos siendo tan prepotentes como siempre. No hemos perdido nuestra
alma de conquistadores. Nuestras referencias sociales siguen siendo las mismas
que las que existían en la alta edad media o un poco más allá, pero poco. El peso de la religión en nuestros hábitos
y costumbres sigue siendo muy grande y la distinción entre los protestantes y
los católicos, por ejemplo, sigue separando el desarrollo de la caspa.
P. ¿De la caspa?. ¿Qué quiere
decir?.
C. ¡La caspa hombre!. Esa
mentalidad inmovilista y casposa que lo cubre todo, que hace que algunos hagan
el agosto cuando las cosas se congelan. ¡Curioso hecho!. Congelarse haciendo el
agosto. ¿Qué le parece?.
P. (Una leve sonrisa).
C. Yo sigo culpabilizando a los
otros de todo o de casi todo lo que me ocurre. El sentimiento de culpa forma
parte de nuestros genes. Es una herencia judeocristiana insalvable. En los
tiempos de bonanza somos héroes únicos, los mejores. Si construimos un puente,
es el más grande del mundo, si las cosas no van bien, la culpa siempre la tiene
otro. Nosotros no tenemos mucho que ver con las catástrofes. Intentamos enriquecernos
a costa de los demás y cuando eso no es posible, algo terrible, ajeno a
nosotros, justifica ese resultado. Si a pesar de todo ello, de intentar
justificarlo todo, el resultado no es el pretendido, entonces, la justificación
es un hecho divino o similar.
P. No sé muy bien lo que quiere
decir.
C. …
P. No le he entendido. ¿Qué tiene
que ver todo eso con la pregunta?.
C. Es algo muy simple. Los
europeos no tenemos muy desarrollada la capacidad de cambio. El mundo civilizado
europeo hace tiempo que perdió Cuba.
¿Me entiende?. Los verdaderos culpables de lo que pasa somos nosotros mismos.
P. Ya…pero eso es fácil de decir.
C. Tan fácil como la realidad
misma.
P. ¿Esa idiosincrasia es aplicable
por igual a todos los europeos?.
C. ¡Vaya palabreja!. Bueno…, en
verdad, no es del todo aplicable por igual. En el último siglo es cierto que
existe una distinción.
P. ¿Cuál?.
C. Los ciudadanos del norte y los
del sur, tienen diferencias entre sí. Durante el siglo XX se produjeron las dos
mayores guerras de la humanidad y el origen, en gran medida, estuvo en ese tipo
de diferencias. Si hay algo que se le tiene que reconocer a la Unión Europea. Que
bajo mi punto de vista, en muchos sentidos, es una mierda, es…que ha evitado durante
un largo período de tiempo que nos matemos los unos a los otros.
P. Entonces, por lo que dice. Los
europeos tenemos una idiosincrasia común, aunque con algunas diferencias. El
cambio social que se está produciendo en Occidente es pura apariencia y si
existe algo compartido entre los europeos es la incapacidad de cambio y la
capacidad de culpabilizar a otros por esos cambios.
C. Ya le he dicho que usted es
bastante engreído.
P. Hombre…yo no quería.
C. Sí y además bastante simplista.
P. Bueno…
C. Los europeos, si tenemos algo,
es historia y la historia es como una losa que nos pesa mucho, aun así, para
hacer historia hay que sobrevivir, ¿No le parece?, y los europeos lo vienen
haciendo bien.
P. ¿Entonces…usted cree que se está
produciendo un cambio social o no?.
C. ¿Dónde?.
P. Pues, no sé…
C. ¿En Occidente?.
P. Sí, claro. A eso me refiero.
C. ¡Ese hecho es una evidencia!. Yo
puedo estar loco, ser idiota, pero vivo en este mundo y cualquiera que se
encuentre en él, ahora, en este preciso momento, sea culto o inculto, sea
intelectual o no, sea ministro o prostituto, se tiene que dar cuenta.
P. ¿Por qué?.
C. No sé cómo decirle…Se trata,
entre otras cosas, de lo que llaman la globalización. No es fácil de explicar y
al mismo tiempo muy simple. Una sociedad no puede ser la misma cuando hace unos
años, para hacer una llamada desde un pueblo de Extremadura, había que acudir a
una centralita atendida por una señora y hoy, con un móvil, puedes enviar en
segundos un wasap, fotos, videos o lo que te dé la gana. Un aborigen de Australia,
en mitad de la selva, puede ver la película de Matrix en su choza o un concurso
estúpido, no digamos ya, saber cualquier acontecimiento que ha ocurrido en la cumbre del Himalaya.
P. Todo eso, lejos de ser
negativo, es positivo, ¿No le parece?.
C. Jooder…, valiente forma de
pensar. ¿Está seguro de eso?. Estos cambios, ¿Han generado más justicia
social?, ¿Menos guerras?, ¿Mayor solidaridad?. Yo pienso que no. Todo lo
contrario. El hecho de que en Afganistan o en Gambia los niños lleven puesta la
camiseta del club de futbol Barcelona, no significa que sean más libres.
P. Todo es criticable y también tiene
su lado positivo y negativo.
C. Lo que usted diga.
P. No lo cree así.
C. Lo que creo es que la
globalización es otra mierda.
P. ¿Por qué?.
C. Yo soy como el escritor Adolfo Bioy Casares. En su novela
titulada La invención de Morel existía
una doble realidad. Mi realidad no es la suya, ¿Sabe?. Además, el físico Fritjof Capra dice que la realidad, la
que creemos vivir todos los días, no es la verdadera. Así que, me da igual lo
que usted piense.
P. Con eso no me ha respondido la
pregunta.
C. Es posible que no me exprese
bien. Quizá sea por el hecho de estar loco. El gran avance, el grandísimo
avance de las últimas décadas, ha sido la comunicación y ello ha generado una
visión global del mundo, más bien globalizada. Todas las personas consumen el Soma del que hablaba el escritor Aldous Huxley, en otra novela muy interesante titulada Un mundo feliz. La comunicación, la
información global, hace que todos queramos las mismas cosas y por las mismas
razones, sin embargo, la pobreza se incrementa día a día, el aislamiento
individual, la tristeza humana. No por eso somos mejores, sino peores, más
idiotas.
P. Tiene un punto de vista muy
negativo de las cosas.
C. ¿Negativo?. No, no. Usted sigue
estando muy equivocado. Lo que más proporciona estabilidad es la aceptación y
yo acepto todo por igual, lo que ocurre es que me revelo.
P. ¿Contra qué?. Lo que dice…¿No
es una contradicción?.
C. La naturaleza humana es
contradictoria. Un perro come cuando quiere, fornica cuando puede y sin pudor,
ladra cuando tiene miedo, está tranquilo cuando hay razones para estarlo y nervioso
cuando hay otras razones. No hace nada porque sí, ni medita ni reflexiona sobre
cada acto. No existe contradicción en su comportamiento. Todo tiene una causa y
un efecto. El ser humano es diferente.
P. ¿Muy diferente?.
C. ¿Usted siente como un perro,
actúa como él?. ¡Parece aún más idiota que yo!.
P….
C. El ser humano actúa de modo
contrario o diferente a como piensa en una multitud de ocasiones al día y se
siente profundamente infeliz por ese motivo. A veces es consciente de ello y
otras no.
P. Creo que nos hemos desviado de
la cuestión, de la pregunta inicial.
C. Me parece que usted no entiende
nada. ¿Cómo no va a cambiar la sociedad en Occidente?. ¡Pues claro!. Lo
sorprendente sería que ese cambio no tuviese lugar a pesar de los cambios en la
tecnología. Una de las cosas que más nos deberían de preocupar es la velocidad
del cambio. Con tanta velocidad, con tanta rapidez, no tenemos capacidad de
adaptarnos y los europeos, si cabe, menos.
P. Mejor cambiamos
otra vez de tema:
Si, mejor.
P. ¿Piensa que saldrá pronto de
aquí?.
C. No.
P. No preferiría ser libre y
moverse a su antojo.
C. ¿Libre?. Mire…después de todas
las preguntas que me ha hecho y cuando llegue a su casa esta noche. Ya en la
cama y sosegado. Piense en las respuestas y sobretodo. ¿Puede usted hacer algo
que valga la pena?. Si la respuesta es no, tírese por la ventana. Esa será la
mejor solución.
P. No le parece una exageración.
C. Ya hemos hablado durante suficiente
tiempo y estoy cansado. Es mejor que se marche por hoy. Su presencia me resulta
agotadora, la verdad. Cuando yo me acueste, me habrán dado de cenar y tendré la
cama arreglada. Descubriré por propia voluntad, con un sueño reparador, una vez
más, las aventuras que se cuentan en el
libro de Antoine de Saint-Exupéry,
titulado El Principito, yo soy como
el zorro, pero me resisto a ser domesticado. El próximo día llame antes a la
recepción por si estoy ocupado.
El señor
González se levantó del asiento y sin mirarme se marchó.
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