Otra entrevista con el loco más
cuerdo del mundo.
Tercera visita. 31 de agosto 2014.
Una vez más he vuelto a presentarme
en el centro psiquiátrico donde se encuentra ingresado el Sr. González.
Indagando sobre sus antecedentes, además de confirmar su edad, setenta y cinco
años y que desde hace una década es viudo, he podido saber que tiene una
familia bastante numerosa, cinco hijos. Sin embargo, no mantiene mucho contacto
con nadie y desde que ingresó en el centro no ha recibido ninguna visita. Su
formación en diplomacia y una actividad febril durante mucho tiempo, le ha
permitido, por el contrario, tener contacto y amistad con personajes
relevantes, especialmente en el ámbito político, empresarial y diplomático.
Conoce a la perfección cinco idiomas y ha viajado por todo el mundo. ¿Cómo una
persona así no ha llegado a ser conocida?. ¿Por qué razón tomó la decisión de
acceder al Palacio de la Moncloa y orinar en la mesa presidencial?. Es un
misterio. Cuando me enteré de su detención y del hecho de que éste hecho no
había salido publicado en la prensa, ni se había dado a conocer en los demás
medios de comunicación, me llamó la atención y por esa razón decidí conocerle,
así como intentar convencerle de que me admitiese realizar unas entrevistas. El
primer día que le visité no mostró ninguna reticencia y aproveché por tanto la
oportunidad.
P. Buenos días. ¿Qué tal se
encuentra hoy?.
C. Perfectamente. Yo siempre o
casi siempre me encuentro bastante bien. Usted, sin embargo, no tiene muy buen
aspecto.
P. ¡Vaya!. ¿Eso le parece?.
C. Si. Usted no es un figura, la
verdad. Además hoy le veo más canijo y despeinado. Esa chaqueta que lleva le
queda grande. Para ser un periodista no se preocupa por su aspecto.
P. No sé…, nunca nadie me había
dicho…
C. Ya. La gente no es sincera por
lo general. Yo sí. Le aconsejaría que se preocupase algo más por su imagen. La
imagen es una carta de presentación.
P….Siento que piense así…
C. No es que lo piense, es
simplemente que le observo y es una evidencia lo que le digo. La imagen cierra
o abre puertas. Lo sé por experiencia. La hipocresía es el mayor defecto de
nuestra sociedad, aunque en realidad nadie lo reconozca. Vivimos en el planeta
de la hipocresía. Una verdad a tiempo puede ser terrible, pero también un nuevo
camino. Arréglese un poco, todos se lo agradeceremos.
P. Bueno, no sé muy bien que
decirle…
C. No se preocupe. Usted hágame
caso y ya está.
…
…
P. ¿Empezamos?.
C. Bien.
P. Hoy vamos a hablar del país.
C. ¡Vaya mierda!.
P. He pensado…
C. ¿No le parece más interesante
hablar de otra cosa?
P. ¿Conoce la situación en la que
nos encontramos?. ¿Los cambios que se están produciendo en España?.
C. Estoy ingresado aquí, pero esto
no es una isla desierta. No me apetece hablar sobre ese tema.
P. ¿Porqué?.
C. Me ingresaron para que me
curase de una enfermedad mental. ¿Piensa que es oportuno hablar sobre España?.
Eso me va a producir una tensión innecesaria y no me parece lo mejor. La
mentira y el abuso han sido dos premisas que han formado parte de nuestra
historia desde siempre y…
P. ¿Es por eso por lo que se coló
en el Palacio de la Moncloa e hizo lo que hizo?.
C. Usted me sorprende. Cada vez
que le veo me parece más tonto. Yo no he sido nunca una persona que abandone
las causas perdidas, por eso sigo aceptando estas entrevistas, desde el
principio pensé que podría sacar algo bueno de usted, pero en su caso….
P. Me llama la atención que piense
así de España, cuando en su vida profesional se ha dedicado a representarla.
C. Por eso precisamente, hombre. La
diplomacia a lo que más te enseña es a mentir y ocultar los abusos. Miré,
intentaré explicárselo en pocas palabras. Pertenecemos a un país que por pura
coña llegó a tener un gran imperio, que luego lo perdió por la capacidad
infinita de sus dirigentes para robar, matar y destruir y durante su muerte
lenta se ha mantenido anclado en esa hipocresía de la que le hablaba al
principio. Se ha pasado de ser el más poderoso, colonialista y esclavista, a la
pérdida de Cuba y de Guinea, seguimos aún pensando que somos los mejores
gracias a un Dios promovido por aristócratas con sotana, pero tenemos un
complejo de inferioridad que no podemos soportar. Los que han luchado siempre
por la igualdad y han conseguido que no se produzca la autodestrucción han sido
los “pecheros”.
P. ¿Los pecheros?.
C. Si hombre. Un poco de cultura
no le vendría mal. Los pobres, la masa social, los trabajadores, los que en
realidad pagan los impuestos. Esos han sido y siguen siendo los que mantienen a
flote el país. Si no fuese por sus sacrificios, esto hace tiempo que se habría
ido a la mierda. En otros tiempos, eso permitía que la realeza viviese en el
mayor de los lujos, que el Duque de Alba fuese cortando cabezas o que la
iglesia tuviese hijos bastardos a mansalva. Hoy, permite la corrupción y el
permanente enriquecimiento de unas cuantas familias.
P. ¿Piensa que no somos capaces de
avanzar?
C. Somos muy capaces, pero a costa
de sangre y fuego. Cuando los “pecheros” se cansan es cuando en verdad se
evoluciona, pero el dominio de los pocos poderosos vuelve y vuelve. Es como un
pensamiento circular. Una marcha que retorna a su punto de partida.
P. Entonces…, bajo su punto de
vista, esto no tiene solución.
C. ¡Joder!. Yo no soy un
pesimista, pero mientras existan personas tan simples como usted, será difícil.
Yo no soy el salvador, el genio capaz de encontrar una solución que no se ha
alcanzado durante siglos, pero si sé muy bien que sin solidaridad, sin
tolerancia y sin sentido común, las soluciones, en cualquier caso son
imposibles. Además, ya le he dicho que no me apetece hablar de este tema.
P. Bien,
bien. Hablemos de otra cosa.
P. ¿Qué opina de los medios de
comunicación?.
…
…
C. ¡Vaya coñazo!. ¿No cree usted
que podríamos hablar sobre cosas importantes?.
P. Me parece que los medios de
comunicación hoy son importantes.
C. Vamos. Que usted por ejemplo,
es importante en este momento.
P. No quiero decir exactamente
eso.
C. Ya. ¿Usted sabe en realidad lo
que quiere decir?.
P. Es indudable que la influencia
de los medios de comunicación en la sociedad es importante.
C. Lo importante es que la mentira
y la hipocresía no se fomenten con tanta facilidad y los medios de comunicación
son expertos en eso.
P. Si no fuese por los medios de
comunicación, no se conocerían los abusos de los que usted habla.
C. Es posible, pero pienso que no
existe ninguno de esos medios que no sea interesado, que no pretenda algo
cuando informa de un hecho de corrupción o cuando da una noticia sobre
cualquier tipo de irregularidad. Los medios de comunicación se han convertido
en un opio del pueblo y ha crecido tanto esa actividad viciada que se está
cargando la moral, la ética. Hoy es más importante un partido de futbol que una
matanza en Siria.
P. Creo que es injusta esa
afirmación.
C. ¿Injusta?. ¿Qué es para usted
la justicia?. ¿Es más justo que se sepa con mayor facilidad que se ha producido
una matanza que el resultado del partido de futbol de ayer?. No lo sé la
verdad. En el mundo hay tal grado de sufrimiento que no sé si es bueno o malo
dar a conocer en segundos o en minutos una cosa u otra. La filósofa Hannah
Arent hablaba de la “banalidad del mal”
ante las atrocidades que se hicieron con los judíos en la Segunda Guerra Mundial.
¿No existe hoy una gran banalidad?, los medios de comunicación ¿No cultivan esa
banalidad?.
P. Hablar de los medios de
comunicación es algo muy genérico en realidad, quizá deberíamos distinguir.
C. ¿Usted cree?. ¿Distinguimos
entonces entre periodistas que impulsan la banalidad del mal y los que impulsan
la banalidad del bien?. Después de lo que ocurrió con los judíos, de esa
monstruosidad, ¿No están haciendo algo similar los judíos en Palestina?.
P. Yo no lo compararía.
C. Ya, la hipocresía. Sé muy bien
que no es lo mismo seis millones de muertos que varios miles o cientos.
Pero…¿Es una cuestión numérica?. ¿No es banal la indiferencia de todos nosotros
ante las grandes barbaridades que ocurren en el mundo?. Preferimos informar o
hacer publicidad de una zapatilla de deportes, de un mueble o de una cadena de
ropa sin preocuparnos en quien los fabrica, en el cómo se cose y en el quien lo
hace. Es mejor llevar la zapatilla o disfrutar del sillón en nuestra casa que
meditar sobre la miseria de donde vienen y en el enriquecimiento de las
multinacionales. Tomamos una taza de café en un bar y no pensamos en donde se
cultiva, echamos azúcar en el café y no nos damos cuenta de que aún existen
esclavos sudando con las cañas de azúcar. Todo esto es una banalidad. Es banal
incluso comentarlo aquí sentado, en esta sala vacía. También es cierto que para
mí, ahora, es más fácil decir cualquier cosa.
P. ¿Por qué?.
C. Muy sencillo, hombre. Yo estoy
loco y puedo decir lo que me dé la gana. Lo malo es…
…
…
P. ¿Le ocurre algo?.
C. Nada…Simplemente, lo que pasa,
es que yo puedo decir cualquier cosa, pero que como estoy loco da exactamente
lo mismo.
P. Tiene usted una visión muy
deprimente del mundo.
C. No tiene ni idea. No sabe lo
que es una depresión. Yo no estoy nada deprimido. Lo que tengo es una ganas de
dar hostias a todo el mundo que me cuesta mucho aguantarme.
P. Bueno. Espero que no se lance
sobre mí.
C. Ganas no me faltan, pero soy
muy pacifista. Por otra parte, usted es un enclenque y no valdría mucho la
pena. A la primera torta, lo demás sería una pérdida de energía y no tendría
sentido.
Durante el
resto de la conversación, solo hubo silencios y evasivas. Finalmente le comenté
al Sr. González que vendría otro día de ésta semana. Mi deseo al principio de estas
entrevistas era intentar entrar en el interior de la mente de un loco. Ahora no estoy muy
seguro de llegar a conseguirlo.
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