Un concepto:
Gilipollas.-
Durante la noche. Mientras estaba desvelado
una frase empezó a repetirse en mi cabeza. Con el paso del tiempo, al final me
dormí. Al despertar, esa frase se ha vuelto a repetir en mi cabeza y luego, de
un modo involuntario ha empezado a desvanecerse. He querido retenerla para no
olvidarla, a pesar de ello se ha ido marchando poco a poco, dejando solo
algunas palabras de rememoración: Abre la
puerta y pasa, veras la tierra, si, la tierra en la que puedes cultivar
corazones para que te amen. Esto es lo que se ha quedado conmigo. Es una
frase con cierta belleza y algunos significados. Cuando me encontraba entre el
sueño y la vela, me pareció algo muy hermoso. Era mucho más larga, más extensa,
pero sobretodo, hermosa.
Escribo esto porque no he querido que la
frase se marchase del todo y que de algún modo, se quedara en algún sitio
desconocido e inalcanzable; he preferido que fuese como un pequeño librito que
no deseas que se pierda y colocas en la estantería de la librería, en un lugar
preferente. Aunque luego te olvides de él, en cualquier momento lo vuelves a
encontrar.
¿Abrir la puerta?, ¿Ver la tierra?, y
¿Cultivar corazones?. Es hermosa la verdad. La usencia de amores es una de las
vivencias más tristes, que hace la existencia más difícil.
La frase tópica que dice algo así como que la vida no te regala nada, no es del
todo cierta, pero sí lo es el hecho de que si no los cultivas, posiblemente no
alcances ni mantengas los amores que la vida te pone delante. Posiblemente sea
eso lo que la frase signifique y lo que mis sueños me han dado esta noche. Una
nueva advertencia ante la soledad y el silencio.
Cambiando de tema, tengo que señalar que vivimos
tiempos insulsos. Eso creo. Suelo ser muy observador en general y ahora hay
muchas cosas que me pasan desapercibidas porque no me ofrecen mucho interés.
Existe un motivo que lo justifica, esa indiferencia que cubre las sensaciones
como un impermeable, para que la lluvia de la estupidez no te moje. Veo la
televisión, escucho la radio, leo la prensa y me doy cuenta de que, dicho sea
con el debido respeto, existe una inmensa gilipollez general.
Ahora, el acceso al conocimiento y a la
cultura es mucho mayor que hace años, pero los gilipollas se extienden por
todas partes. Podrá sonar, esto que digo, como un comentario de mal gusto; es
posible, pero, la palabra gilipollas
es un adjetivo vulgar de la palabra gilí,
que proviene del caló jilí y significa inocente,
cándido, algo equivalente a tonto o
lelo.
Creo que vivo en un mundo de lelos y esa circunstancia me incomoda
sobremanera, me genera dolor y me hace más astuto y desconfiado. Es posible que
el lelo, el gilipollas por antonomasia sea yo mismo, no lo sé, pero lo cierto
es que con independencia de ello, descubro todos los días a muchos gilís por
todas partes.
La gilipollez, esa especie de inocencia
subversiva, que nos atonta y mantiene en una pasividad y tolerancia sin
compromisos, tiene mucho que ver con la cobardía y el deshonor medievales.
La ciudadanía mantiene una relación
permanente con los teléfonos móviles, los iPad, las tabletas y diversos
elementos tecnológicos de la última generación, se comunica mediante los wasap
y ha reducido su vocabulario a letras sueltas y emoticonos.
Lo malo de ello es que, esa reducción de
vocabulario, no se compensa del todo con las imágenes y el mundo, aunque en
apariencia es más grande, se va reduciendo poco a poco, sin que nos demos
cuenta y los ciudadanos acaban moviéndose en espacios tan pequeños que no les
permiten saber ni en donde viven, ni lo que tiene verdadero valor. Al final, en
ese mundo tan pequeño, muy comunicado pero pequeño, existen miles, millones de
personas que viven en una realidad irreal, a medida, creada por otros, los
mismos promotores de los vocabularios reducidos, de los emoticonos, de los
wasap, que hacen que no pienses por ti mismo, sino que pienses lo que ellos
quieren que pienses.
El tiempo y el espacio adquieren dimensiones distintas
y entonces, sin darse cuenta, te conviertes pura y simplemente en un gilipollas.
Es decir, en un inocente, un cándido, un tonto, un lelo.
En mi estado de rebelión permanente y de ejercicio
del libre pensamiento, me rebelo contra ello y por eso me pongo el impermeable,
para protegerme de la estupidez. Creo que deberíamos pensar en todo ello, para no
caer en la indiferencia total.
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