Powered By Blogger

sábado, 29 de marzo de 2014

COMENTARIO: EL CONCEPTO DE GILIPOLLAS Y LA INDIFERENCIA.










Un concepto: Gilipollas.-

Durante la noche. Mientras estaba desvelado una frase empezó a repetirse en mi cabeza. Con el paso del tiempo, al final me dormí. Al despertar, esa frase se ha vuelto a repetir en mi cabeza y luego, de un modo involuntario ha empezado a desvanecerse. He querido retenerla para no olvidarla, a pesar de ello se ha ido marchando poco a poco, dejando solo algunas palabras de rememoración: Abre la puerta y pasa, veras la tierra, si, la tierra en la que puedes cultivar corazones para que te amen. Esto es lo que se ha quedado conmigo. Es una frase con cierta belleza y algunos significados. Cuando me encontraba entre el sueño y la vela, me pareció algo muy hermoso. Era mucho más larga, más extensa, pero sobretodo, hermosa.
Escribo esto porque no he querido que la frase se marchase del todo y que de algún modo, se quedara en algún sitio desconocido e inalcanzable; he preferido que fuese como un pequeño librito que no deseas que se pierda y colocas en la estantería de la librería, en un lugar preferente. Aunque luego te olvides de él, en cualquier momento lo vuelves a encontrar.
¿Abrir la puerta?, ¿Ver la tierra?, y ¿Cultivar corazones?. Es hermosa la verdad. La usencia de amores es una de las vivencias más tristes, que hace la existencia más difícil.
La frase tópica que dice algo así como que la vida no te regala nada, no es del todo cierta, pero sí lo es el hecho de que si no los cultivas, posiblemente no alcances ni mantengas los amores que la vida te pone delante. Posiblemente sea eso lo que la frase signifique y lo que mis sueños me han dado esta noche. Una nueva advertencia ante la soledad y el silencio.
Cambiando de tema, tengo que señalar que vivimos tiempos insulsos. Eso creo. Suelo ser muy observador en general y ahora hay muchas cosas que me pasan desapercibidas porque no me ofrecen mucho interés. Existe un motivo que lo justifica, esa indiferencia que cubre las sensaciones como un impermeable, para que la lluvia de la estupidez no te moje. Veo la televisión, escucho la radio, leo la prensa y me doy cuenta de que, dicho sea con el debido respeto, existe una inmensa gilipollez general.
Ahora, el acceso al conocimiento y a la cultura es mucho mayor que hace años, pero los gilipollas se extienden por todas partes. Podrá sonar, esto que digo, como un comentario de mal gusto; es posible, pero, la palabra gilipollas es un adjetivo vulgar de la palabra gilí, que proviene del caló jilí y significa inocente, cándido, algo equivalente a tonto o lelo.
Creo que vivo en un mundo de lelos y esa circunstancia me incomoda sobremanera, me genera dolor y me hace más astuto y desconfiado. Es posible que el lelo, el gilipollas por antonomasia sea yo mismo, no lo sé, pero lo cierto es que con independencia de ello, descubro todos los días a muchos gilís por todas partes.
La gilipollez, esa especie de inocencia subversiva, que nos atonta y mantiene en una pasividad y tolerancia sin compromisos, tiene mucho que ver con la cobardía y el deshonor medievales.
La ciudadanía mantiene una relación permanente con los teléfonos móviles, los iPad, las tabletas y diversos elementos tecnológicos de la última generación, se comunica mediante los wasap y ha reducido su vocabulario a letras sueltas y emoticonos.
Lo malo de ello es que, esa reducción de vocabulario, no se compensa del todo con las imágenes y el mundo, aunque en apariencia es más grande, se va reduciendo poco a poco, sin que nos demos cuenta y los ciudadanos acaban moviéndose en espacios tan pequeños que no les permiten saber ni en donde viven, ni lo que tiene verdadero valor. Al final, en ese mundo tan pequeño, muy comunicado pero pequeño, existen miles, millones de personas que viven en una realidad irreal, a medida, creada por otros, los mismos promotores de los vocabularios reducidos, de los emoticonos, de los wasap, que hacen que no pienses por ti mismo, sino que pienses lo que ellos quieren que pienses.
El tiempo y el espacio adquieren dimensiones distintas y entonces, sin darse cuenta, te conviertes pura y simplemente en un gilipollas. Es decir, en un inocente, un cándido, un tonto, un lelo.
En mi estado de rebelión permanente y de ejercicio del libre pensamiento, me rebelo contra ello y por eso me pongo el impermeable, para protegerme de la estupidez. Creo que deberíamos pensar en todo ello, para no caer en la indiferencia total.

No hay comentarios:

Publicar un comentario