La
creación. El redescubrimiento de La
invención de Morel. La tecnología.
Durante estos días he releído la novela de
Adolfo Bioy Casares, titulada La
Invención de Morel. ¿Cómo clasificar su contenido?. La capacidad literaria
de Bioy es una de las grandes maravillas de la novela. Sin embargo, Bioy, no es
de los novelistas más conocidos. Su proximidad y amistad con Borges, lo
mantuvo, de algún modo, en una segunda fila. El propio Borges dijo en su día
que era una novela perfecta.
Esta obra es un alarde de imaginación, se
encuentra entre lo fantástico y lo emotivo. Bioy siempre introdujo en sus obras
o en la mayoría de ellas, el concepto del amor. De una u otra forma está
presente. El relato se desarrolla en una isla, lo que delimita la trama para jugar con otros conceptos, como el
espacio y el tiempo. Como digo, me ha parecido una obra excepcional.
La capacidad creativa es uno de los grandes
valores de los seres humanos y lo que da sentido a la humanidad. Un ser humano
sin impulso creativo, pierde una parte de su energía y de su sentido. La
creatividad, bien entendida, suprime sus tendencias hacia la violencia, la
maldad, el horror y todo aquello que tiene de miserable.
Un día sin creación me produce vaciedad. Una
visión de mi mundo oscuro, se abre camino entre las luces de la belleza cuando
no tengo el impulso creador. Eso me ocurre. Otras veces, la ausencia creativa,
me hace deshacerme lentamente, me hago acuoso para extenderme por la tierra del
barro con deseos de morir en una evaporación lenta y dolorosa.
Alcanzar la capacidad creativa de Bioy no es
fácil, se requiere una sensibilidad especial y además, un conocimiento de la
escritura poco habitual. La imaginación te puede abrir muchos caminos, que sin
ella serían desconocidos, pero para transmitirla a otros, necesitas manejar el
lenguaje, comunicarte de un modo directo, descriptivo y profundo, que haga
partícipe a los lectores de lo que ha surgido de tu interior. Lo que ve el
creador tiene que tener el espejo del lector, aunque éste último perciba el
reflejo de un modo no exactamente igual.
Escribo
ésta líneas desde mi despacho. Junto a la ventana que da a los jardines.
Escucho los cantos de un verderón y las llamadas rasgadas de las hurracas. El
día es muy brillante y limpio. La luz atraviesa los verdes dándoles una vida
inusitada. Veo las macetas y las hojas parecen de cristal; cristales rugosos,
de colores intensos. El cielo, el cielo es muy azul, a pesar de que algún
cúmulo aislado se abre camino como un trozo de algodón en el agua. La
temperatura no es de verano. Siento la primavera temprana por todas partes.
Algunos rayos luminosos penetran en la habitación rasgando el aire, partiendo
en varios trozos el espacio. A través de ellos flotan las motas de polvo,
deambulan con lentitud y el humo de mi cigarro forma líneas suaves hacia el
techo.
Que el lector pueda leer la descripción
anterior, significa que por algún momento, se encuentra junto a mí en mi
despacho y que puede ver lo que yo veo. Esa capacidad de comunicación es lo
extraordinario, lo que tiene de único la literatura, la posibilidad creativa.
La lectura de la Invención de Morel me ha
regalado grandes momentos de ese tipo. Gracias amigo Bioy por abrir un espacio
en mi imaginación. He disfrutado mucho con tu novela. Ahora, voy a leer otra
obra tuya titulada El Gran Serafín.
El aficionado a la lectura tiene una gran
ventaja. Puede alejarse de la realidad en muchas ocasiones. Las nuevas
tecnologías han abierto diversos caminos para alejarse de la realidad, es
cierto, pero la literatura tiene esa experiencia que le da el tiempo y una
belleza propia, no comparable con ningún otro camino.
No sé si soy el único ser humano al que le
angustia la tecnología. Bajo un punto de vista meramente práctico, no hay
tiempo para atender todos los medios que existen a mi disposición. Por una parte,
tengo cierto rechazo inicial, pero luego, la curiosidad me hace acceder a todos
ellos y no tengo tiempo suficiente para atenderlos. Eso me angustia.
Es frecuente que me sujete a un libro de papel, sin querer atender otra cosa, como
a un clavo ardiendo. Leo con entusiasmo el libro que tengo entre las manos, aunque
mi presbicia me dificulte las cosas; salto a la tableta, luego al ordenador, vuelvo
al libro de papel, atiendo el teléfono móvil…., miro otra vez la tableta y al final,
con esa angustia que comento, tengo que sujetar de nuevo el libro con las manos
y me mantengo con él hasta el agotamiento de la última página.
Esta mañana escuchaba en la radio que en las novelas
de ciencia ficción se había previsto todo esto. Sin embargo, por ejemplo, que yo
sepa, ni siquiera Asimov, ni tampoco en la película 2001 Odisea en el Espacio, se
tuvo prevista la existencia del teléfono móvil, tal y como es hoy.
Es posible que me falte algo para adaptarme a
los tiempos. En todo caso, vuelvo a dar las gracias a Bioy por desplazarme hasta
su imaginación con un libro de papel.
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