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Más reflexiones en un
día luminoso.
Hoy vuelve a ser un día esplendido. No hay una nube en el
cielo y la temperatura es primaveral. Esta mañana, me he colocado una chaqueta
y he tomado el bastón para salir a dar un pequeño paseo para la compra del pan.
La calle estaba tranquila; algunos corredores se han cruzado en mi camino de un
lado para otro, sudorosos pero contentos y he visto pocos coches en la avenida.
He respirado profundamente para sentir el frescor de la mañana y las sensaciones
han sido muy agradables. Los pájaros están como locos y los árboles ya tienen
puntas verdes por todas partes. En los días así parece que todo va
estupendamente, que no puede haber nada negativo que le quite a uno el
entusiasmo, incluso pienso que la realidad debe de ser lo que veo y que la
diferencia con lo que siento no existe. Sensación, visión y realidad son una
misma cosa.
Antes de salir escuchaba en la radio un debate, más bien una
tertulia, sobre el mundo editorial, los derechos de autor e internet. Se decía
que las cosas están cambiando y que hay que adaptarse a las nuevas
circunstancias. Igual que en su tiempo los derechos de autor, dicen, que representaron la liberación de los escritores
ante los poderosos y que el descubrimiento de la imprenta estableció un sistema
nuevo para la accesibilidad a la cultura, hoy los cambios hacen necesaria otra
adaptación. No sé muy bien, por ejemplo, si eso de los derechos de autor fue
una liberación en realidad, ya que durante siglos la autoridad decía lo que podía
publicarse o no, pero si es cierto que,
también en ésta materia, se está produciendo una revolución. Por otra parte,
poco se habla de la accesibilidad a las editoriales de escritores noveles, del
coto cerrado de las editoriales y de ese mundo de los escritores de segunda y
de tercera fila entre los que me encuentro. Nos cuesta publicar tanto, que el
abandono sería lo más fácil. Las tecnologías y la explosión cultural es en
muchos aspectos teórica, ya que la inmensa información que se maneja, tiene poca
fiabilidad y calidad y que te lean resulta ser una aventura. Esto es como
muchas otras cosas de la vida, una permanente búsqueda, la cual no sería
posible sin voluntad y deseo.
Ayer estuve viendo en televisión, en una entrevista, al
actor José Sacristán. Me sorprendió agradablemente. Sus palabras fueron las de
un intelectual avezado e inteligente. Dijo, entre otras cosas, que la situación política que vivimos tiene un
punto de desprecio ante la ciudadanía, los políticos nos maltratan sin pudor y
entre tanto, la llamada izquierda, no tiene capacidad de respuesta; la
izquierda se ha acomodado de tal manera, que ello requiere una reflexión y un
análisis. De la derecha no se puede esperar nada, porque lo tiene todo, dinero,
religión, cuarteles, etc, decía, sin embargo, la izquierda no puede permitirse
errores, ya que los paga automáticamente. Sacristán no entiende que nos
encontremos exactamente en una crisis, más bien piensa que es una revolución
silenciosa o in-armada, la cual espera que no vaya más lejos. También señaló
que los políticos no aparen de repente para colocarse donde están, sino que los
votamos, son elegidos por nosotros. Se expresó con una gran naturalidad, de
modo pausado y sin ánimo ofensivo, pero dijo lo que él pensaba con mucha
claridad. En sus palabras se vio reflejada la realidad actual de tal modo, que
cualquiera, estando de acuerdo o no con él, tenía que respetar su opinión y
muchos debieron sentirse unos idiotas, cuando ahora, olvidando sus
comportamientos, con la ausencia de lógica y coherencia, se dedican a ser
críticos, para luego mantener sus mismos hábitos y las mismas prácticas de
voto, por ejemplo. En varias ocasiones citó la palabra –moral- y mostró
preocupación por la ausencia de ella. No quiso, en el fondo, comparar la
situación de la población de la posguerra y del período franquista con la
crisis de hoy. Dijo que, bajo su punto de vista, por su experiencia personal,
de compararse, la posguerra fue peor, si bien, añadió, hay una diferencia
importante, entonces, en la posguerra, hasta mediados de los años 70 del siglo
pasado, éramos unos perdedores y había un culpable,Franco, cualquier avance era
una conquista, ahora, en esta mal llamada crisis, se ha producido una
–derrota-, hemos perdido algo que ya habíamos conseguido. Lo que está
ocurriendo no es una crisis, insistió, es una revolución moral, que tiene algo
de bélico, pero sin armas.
Cuando finalizó la entrevista, algunas personas del público
no pudieron evitar el levantarse del asiento para aplaudirle de pié. Se
mereció, sinceramente, un aplauso especial.
Nos faltan intelectuales y nos faltan comunicadores menos
mediáticos y más sinceros.
Estos tiempos de tanto cambio nos llevan, a algunos, a las
relecturas de obras como Un Mundo Feliz, de Aldoux
Husley, de 1984, de Georde Orwell,
por ejemplo, y tengo una necesidad vital de buscar lecturas que me sorprendan,
que me aporten sorpresa. Por cierto, en esa búsqueda, he descubierto a dos
autores imponentes, en éste caso argentinos, estoy leyendo a Alberto Manguel, en concreto su obra titulada
Diario de Lecturas; es una obra de arte, la verdad. Manguel empieza haciendo mención a otro autor, a Adolfo Bioy Casares, que me ha dejado
impresionado por su perfección y profundidad literaria, cuando he leído La invención de Morel. No en vano Borges dijo que era eso, una obra
perfecta. La recomiendo.
En mi novela Deseo, El
Proyecto Eclipse, en el fondo, se encuentran representadas formas de
diálogo y pensamiento de Husley y de
Orwell, aunque atribuirme esa capacidad parezca un abuso intelectual. En
todo caso, la existencia no deja de ser un redescubrimiento permanente, pienso
yo.
El día, como digo, es muy hermoso, disfrutaré de él hasta
que se agote su último segundo.
lA FOTO ES DEL PARQUE DEL RETIRO DE MADRID
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