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domingo, 16 de marzo de 2014

COMENTARIO.- MÁS REFLEXIONES EN UN DÍA LUMINOSO.










COMENTARIOS.-
Más reflexiones en un día luminoso.

Hoy vuelve a ser un día esplendido. No hay una nube en el cielo y la temperatura es primaveral. Esta mañana, me he colocado una chaqueta y he tomado el bastón para salir a dar un pequeño paseo para la compra del pan. La calle estaba tranquila; algunos corredores se han cruzado en mi camino de un lado para otro, sudorosos pero contentos y he visto pocos coches en la avenida. He respirado profundamente para sentir el frescor de la mañana y las sensaciones han sido muy agradables. Los pájaros están como locos y los árboles ya tienen puntas verdes por todas partes. En los días así parece que todo va estupendamente, que no puede haber nada negativo que le quite a uno el entusiasmo, incluso pienso que la realidad debe de ser lo que veo y que la diferencia con lo que siento no existe. Sensación, visión y realidad son una misma cosa.
Antes de salir escuchaba en la radio un debate, más bien una tertulia, sobre el mundo editorial, los derechos de autor e internet. Se decía que las cosas están cambiando y que hay que adaptarse a las nuevas circunstancias. Igual que en su tiempo los derechos de autor, dicen, que  representaron la liberación de los escritores ante los poderosos y que el descubrimiento de la imprenta estableció un sistema nuevo para la accesibilidad a la cultura, hoy los cambios hacen necesaria otra adaptación. No sé muy bien, por ejemplo, si eso de los derechos de autor fue una liberación en realidad, ya que durante siglos la autoridad decía lo que podía publicarse  o no, pero si es cierto que, también en ésta materia, se está produciendo una revolución. Por otra parte, poco se habla de la accesibilidad a las editoriales de escritores noveles, del coto cerrado de las editoriales y de ese mundo de los escritores de segunda y de tercera fila entre los que me encuentro. Nos cuesta publicar tanto, que el abandono sería lo más fácil. Las tecnologías y la explosión cultural es en muchos aspectos teórica, ya que la inmensa información que se maneja, tiene poca fiabilidad y calidad y que te lean resulta ser una aventura. Esto es como muchas otras cosas de la vida, una permanente búsqueda, la cual no sería posible sin voluntad y deseo.
Ayer estuve viendo en televisión, en una entrevista, al actor José Sacristán. Me sorprendió agradablemente. Sus palabras fueron las de un intelectual avezado e inteligente. Dijo, entre otras cosas, que  la situación política que vivimos tiene un punto de desprecio ante la ciudadanía, los políticos nos maltratan sin pudor y entre tanto, la llamada izquierda, no tiene capacidad de respuesta; la izquierda se ha acomodado de tal manera, que ello requiere una reflexión y un análisis. De la derecha no se puede esperar nada, porque lo tiene todo, dinero, religión, cuarteles, etc, decía, sin embargo, la izquierda no puede permitirse errores, ya que los paga automáticamente. Sacristán no entiende que nos encontremos exactamente en una crisis, más bien piensa que es una revolución silenciosa o in-armada, la cual espera que no vaya más lejos. También señaló que los políticos no aparen de repente para colocarse donde están, sino que los votamos, son elegidos por nosotros. Se expresó con una gran naturalidad, de modo pausado y sin ánimo ofensivo, pero dijo lo que él pensaba con mucha claridad. En sus palabras se vio reflejada la realidad actual de tal modo, que cualquiera, estando de acuerdo o no con él, tenía que respetar su opinión y muchos debieron sentirse unos idiotas, cuando ahora, olvidando sus comportamientos, con la ausencia de lógica y coherencia, se dedican a ser críticos, para luego mantener sus mismos hábitos y las mismas prácticas de voto, por ejemplo. En varias ocasiones citó la palabra –moral- y mostró preocupación por la ausencia de ella. No quiso, en el fondo, comparar la situación de la población de la posguerra y del período franquista con la crisis de hoy. Dijo que, bajo su punto de vista, por su experiencia personal, de compararse, la posguerra fue peor, si bien, añadió, hay una diferencia importante, entonces, en la posguerra, hasta mediados de los años 70 del siglo pasado, éramos unos perdedores y había un culpable,Franco, cualquier avance era una conquista, ahora, en esta mal llamada crisis, se ha producido una –derrota-, hemos perdido algo que ya habíamos conseguido. Lo que está ocurriendo no es una crisis, insistió, es una revolución moral, que tiene algo de bélico, pero sin armas.
Cuando finalizó la entrevista, algunas personas del público no pudieron evitar el levantarse del asiento para aplaudirle de pié. Se mereció, sinceramente, un aplauso especial.
Nos faltan intelectuales y nos faltan comunicadores menos mediáticos y más sinceros.
Estos tiempos de tanto cambio nos llevan, a algunos, a las relecturas de obras como Un Mundo Feliz, de Aldoux Husley, de 1984, de Georde Orwell, por ejemplo, y tengo una necesidad vital de buscar lecturas que me sorprendan, que me aporten sorpresa. Por cierto, en esa búsqueda, he descubierto a dos autores imponentes, en éste caso argentinos, estoy leyendo a Alberto Manguel, en concreto su obra titulada Diario de Lecturas; es una obra de arte, la verdad. Manguel empieza haciendo mención a otro autor, a Adolfo Bioy Casares, que me ha dejado impresionado por su perfección y profundidad literaria, cuando he leído  La invención de Morel. No en vano Borges dijo que era eso, una obra perfecta. La recomiendo.
En mi novela Deseo, El Proyecto Eclipse, en el fondo, se encuentran representadas formas de diálogo y pensamiento de Husley y de Orwell, aunque atribuirme esa capacidad parezca un abuso intelectual. En todo caso, la existencia no deja de ser un redescubrimiento permanente, pienso yo.
El día, como digo, es muy hermoso, disfrutaré de él hasta que se agote su último segundo.

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